1 de mayo de 2014. Cineteca, Madrid. XI Festival Internacional de Documentales de Madrid
La Fundación Ojos del mundo encarga a Sebas una película sobre los proyectos que desarrollan en Bolivia para devolver la vista a personas con ceguera evitable. Buscando lentes para sus cámaras conoce a Gabor, un director de fotografía que se quedó ciego hace diez años. Y le propone que vuelva a hacerlo. Que se encargue de poner luz a un cortometraje sobre quienes volverán a verla.
Mientras esperamos para entrar se nos acercan tres adolescentes majísimas que nos animan a ver este documental. Una de ellas es hija de Gabor, otra es hija de Sebas. La forma en que nos hablan de la película es su mejor presentación. Si hubiéramos pensado en ver otra creo que nos lo habríamos pensado. Y con motivo. Porque Gabor es mucho más que una película deliciosa y edificante (nada menos). Es la historia de dos tipos geniales que aman el cine y saben hacerlo desde los dos lados de la cámara. Que se toman a ellos mismos como excusa para contarnos una pequeña aventura irónica y fascinante. Y también honesta, porque aunque la idea de que un ciego vuelva a ser director de fotografía se tome como mero macguffin, la película sigue teniendo el mayor interés, la mejor intención y ese buen rollo que transmite la pantalla cuando en las imágenes hay verdad y alegría. Por eso ha sido una delicia escucharles hasta la medianoche en el coloquio que siguió a la película. Y aplaudirles. Por lo que dicen, por lo que hacen y por lo que son. Buena gente. Como sus hijas.