1 de mayo de 2014. Pequeño Cine Estudio, Madrid. V.O.S.
Un escritor norteamericano viaja a París para recuperar la relación con su pequeña hija. Pero tiene una orden de alejamiento y su exmujer llama a la policia. Tras ver un instante a la niña en la calle, toma un autobús y se queda dormido. Al despertar su equipaje no está. Sin dinero llega a una pensión en la que pasa varios días trabajando como vigilante nocturno en un extraño lugar. Su relación con la mujer del dueño de la pensión le traerá problemas. Y también la que mantiene con una perturbadora mujer que vive en un quinto. Una mujer que perdió a su marido y a su pequeña hija hace veinte años.
Ethan Hawke interpreta otra vez a un escritor norteamericano en París. Pero este personaje desquiciado nada tiene que ver con el que flirteaba a distintas horas del día con Julie Delpy en las películas de Linklater. Aunque parece tener un pasado duro que Pawlikowski no nos desvela, nos ponemos de su parte. Sufrimos con él por ese extravío que le impide recuperar a su hija. Tememos por lo que le pueda pasar en los sórdidos ambientes en que ahora malvive. Comprendemos su atracción por esa joven polaca que conoce y valora su obra. Lo seguimos hasta ese quinto piso en el que la mujer madura de rojo lo comprende como nadie. Ella quiere ser su musa. Y que se quede allí para siempre. Parece una locura. Y de pronto nos damos cuenta de que lo es. Que es su propia locura la que lo explica todo. Hasta la inquietante simetría entre su vida actual y la de la enigmática mujer del quinto. Ida es la que nos trae a esta película. La perturbadora historia con que Pawlikowski arrasó en el último festival de Gijón es la razón de que ahora veamos la anterior. Y aunque comparada con aquella joya La mujer del quinto parece una historia menor, la elegancia de los encuadres, lo inquietante de los ambientes y los enigmas de los personajes la hacen estimable.