28 de abril de 2015. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.
Viviane y Elisha viven separados desde hace años. Ella solicita al tribunal rabínico el divorcio. Pero en Israel solo puede concederlo el marido y él se lo niega. Serán cinco años de citaciones y declaraciones para intentar conseguirlo.
No salimos de esa curiosa sala judicial presidida por autoridades eclesiásticas. Las figuras están siempre sobre fondos planos en ese espacio frío. Solo una vez vemos a Viviane ante un horizonte abierto más allá de una ventana. Es justo antes de que vuelva a entrar en la sala al final de la película. Y es precisamente la ausencia de horizontes para las mujeres judías la lección más obvia de esta kafkiana historia que tiene mucho de drama teatral y también momentos muy irónicos. Pero la crítica de las trampas (jurídicas y vitales) que comporta el matrimonio quizá no aluda solo al patético caso de Israel. Porque lo que une y distancia a Viviane y a Elisha también está presente en muchas otras vidas matrimoniadas. Magníficamente escrita e interpretada, la película de Ronit y Shlomi Elkabetz consigue mantener todo nuestro interés durante casi dos horas. Como las mejores historias de jueces y abogados, pero en versión rabínica.