31 de mayo de 2015. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
Jakob es un judío que escucha accidentalmente un parte de guerra en una emisora alemana. Según parece, los rusos están avanzando hacia Berlín. Al día siguiente se lo cuenta a un joven y la noticia se extiende por el ghetto en el que viven recluidos. Todos creen que Jakob tiene una radio. Él no lo desmiente porque sabe que eso les mantiene ilusionados con la idea de que la guerra terminará pronto. También a Lina, una niña huérfana de la que cuida y a la que también cuenta hermosas historias desde su radio imaginaria.
Treinta años habían pasado del fin de la guerra cuando se filmó esta película que ahora cumple cuarenta años. Nos la trae el Instituto Goethe en lo que parece un ciclo dedicado al cine de la Alemania del Este. De Frank Beyer vimos hace unas semanas una historia sobre nuestra Guerra Civil. En la de hoy sigue a unos pocos personajes en lo que podría ser el desolado ghetto de Varsovia en los momentos finales de la guerra. Aunque no oculta el drama, opta por contraponerlo a algunas ilusiones que ayudan a estos judios a sobrevivir: las de esa radio que extiende la esperanza de un inminente futuro liberador, las de las evocaciones de Jakob de su vida pasada y las de los cuentos sobre nubes de algodón que preservan la mirada infantil de Lina. Los gestos piadosos de algunos nazis nos hacen recordar que, aunque la película sea oriental, no deja de ser alemana. POSTDATA: Me alegro de que haya coincidido en el Niemeyer la película que motiva esta reseña. Con esta ya son quinientas las que he comentado en este blog.