sábado, 30 de septiembre de 2017

Porto

de Gabe Klinger. Portugal, 2016. 76’.
30 de septiembre de 2017. Cine Estudio Círculo de Bellas Artes, Madrid. V.O.S.

Jake y Mati vivieron una noche de amor en Oporto. Los dos son extranjeros pero comparten el embrujo de esta ciudad portuguesa.

Debe ser un amor intensísimo destinado a dejar huellas imborrables en la vida de los personajes y en la memoria del espectador. Un escenario tan bello como Oporto se presta a ello. O más bien es usado como decorado para intentar que suceda lo segundo. Reconozco que la chica es guapísima y que uno querría quedarse una temporadita en esa casa suya con vistas al Duero. Pero encuentro muy impostada la relación de esta pareja. Y esa notoria voluntad de estilo para simular que lo que vemos es cine muy independiente para gustos muy exquisitos. También me resulta insufrible que en una ciudad como esa los protagonistas solo hablen en inglés. Con decir que casi habría preferido verla doblada y poder imaginar que los amantes eran portugueses...

Converso

de David Arratibel. España, 2017. 61’.
30 de septiembre de 2017. Cine Paz, Madrid.

Primero se convierte el marido de la hermana mayor. Luego ella y después la madre. Al final también se convertirá la hermana pequeña. Los cuatro se confiesan con el hermano. Delante de su cámara.

Converso. Como verbo y como sustantivo. Vemos las confesiones de los miembros de una familia sobre la forma en que (re)descubrireron la fe. Se lo cuentan al hermano descreído. El que se dedica al cine. Son navarros (no leoneses) y eso quizá explica algunas diferencias con El desencanto, aquella película sobre los Panero con la que esta puede tener también semejanzas (la propia madre lo señala y, como en aquella película emblemática, la figura ausente del padre también es citada varias veces). Igual que en la de Chávarri, el espectador siente una mezcla de fascinación y pudor al asistir a estas confesiones íntimas. Y también se hace extraño (tratándose de navarros) ese aspecto heterodoxo que se atribuye a la fe católica, como si fuera una secta extravagante en la que se integra una familia algo friqui. Se hace raro pensar que los verdaderos creyentes pueden sentirse así en un país en el que la religión es una asignatura de bachillerato cuya calificación tiene el mismo valor que la de Matemáticas y en el que el 8 de diciembre no es laborable porque ese día conmemoramos el dogma de la concepción sin mancha  de María (o su aparición en la batalla de Empel para echar una mano a nuestras tropas en Flandes). Ya digo, resulta extraño que en España Converso pueda parecer una película rara.

sábado, 23 de septiembre de 2017

Camina conmigo

de Marc Francis y Max Pugh. Reino Unido, 2017. 88’.
23 de septiembre de 2017. Cines Los Prados, Oviedo.

Unos monjes budistas siguen a un líder vietnamita exiliado en Francia. Los vemos en su comunidad y luego viajando a Estados Unidos.

El sosiego de la vida contemplativa podría dar para una película interesante si la cámara supiera que es lo que quiere filmar: un personaje, un grupo, unas atmósferas... Pero, por más que quieran defenderla, parece que a Marc Francis y Max Pugh la observancia budista les aburre tanto como a ese monje al que pillan bostezando. Al final esa es la sensación que queda. Y no porque la película sea parsimoniosa o medio budista, sino porque no tiene fijeza y es muy aburrida.

sábado, 16 de septiembre de 2017

Detroit

de Kathryn Bigelow. EE.UU., 2017. 143’.
16 de septiembre de 2017. Parqueastur, Corvera.

En 1967 la tensión racial arde en Detroit. Represión policial, saqueos, toque de queda y soldados en las calles. Alguien dispara en la noche y unos policías asaltan un hotel en busca de un posible francotirador. Allí aterrorizan a unos jóvenes. La mayoría son negros, pero también hay dos chicas blancas y eso no entra en la cabeza de estos policías racistas y violentos. Tras una noche de brutalidad insoportable acaban matando a tres jóvenes negros.

Tres películas en una. Una abierta y con ese tono de reporterismo bélico que hizo tan atractivos los anteriores trabajos de Bigelow que hemos visto aquí (En tierra hostil y La noche más oscura). Otra opresiva y concentrada en lo que pasó en el hotel con una tensión que parece propia del cine de Haneke. Y la tercera, de maneras más convencionales, nos muestra qué fue de aquellos chicos después de esa noche. En la primera parte Bigelow nos hace presenciar, con la intensidad que deben sentir los reporteros, lo que sucedió aquel verano de hace medio siglo en Detroit. Recorremos las calles pero todavía no hay personajes ni trama. Apenas algunos esbozos que luego se perfilarán en esa noche terrible en que dejaremos de ser reporteros para sentirnos con las manos en la pared a merced de ese sádico poder policial. Y es que, como queda claro en la tercera parte, Bigelow nos presenta aquella brutalidad lejana e impune para hablarnos también del presente. De una tensión racial no resuelta que sigue desatando conflictos en las calles de un país que ha sido capaz de sustituir a su primer presidente negro por un tipo detestable al que adoran los supremacistas blancos. Detroit se une a la serie de excelentes películas (Moolight de Barry Jenkins, I am not your negro de Raoul Peck, Loving de Jeff Nichols o Fences de Denzel Washington) que, con distintos tonos y estilos, han  abordado en el último año la naturaleza de ese drama americano que, hace ya cincuenta y cinco años, llevó magistralmente a la pantalla Robert Mulligan en Matar a un ruiseñor.

sábado, 9 de septiembre de 2017

El amante doble

de François Ozon. Francia, 2017. 107’.
9 de septiembre de 2017. Cines Ocimax, Gijón.

Cloe tiene dolores en el vientre pero los médicos no le encuentran nada. Así que va a la consulta de un psiquiatra con el que acaba conviviendo. También tendrá encuentros con otro que es idéntico a él. Son dos hermanos gemelos que comparten un pasado dramático. Como el de ella, que también explica lo qué le pasa en el vientre y en la mente.

Marine Vacth tiene una belleza modélica y la cámara de Ozon lo sabe (al menos desde que se prendó de ella en Joven y bonita). Eso y algunos atrevimientos visuales (duplicidades, espejos, simetrías y unas exposiciones muy chulas en el museo) son lo único salvable de la película. Y es una lástima porque la idea de que un gémelo fallido puede condicionar una vida podría haber dado bastante juego (de hecho, está en el arranque de un texto teatral tan extraordinario como Bosques, el tercero de la impresionante tetralogía de Wajdi Mouawad). Me pregunto cómo es posible que el director de En la casa o Frantz ha podido hacer una cosa tan mala como esta. Puede ser que en El amante doble también haya un director doble. Quizá otro Ozon, hermano gemelo de François pero más torpe, es quien ha dirigido esta película.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Ana, mon amour

de Calin Peter Netzer. Rumanía, 2017. 127’.
6 de septiembre de 2017. Cines Los Prados, Oviedo.

Una historia de amor y desamor de una pareja rumana. Los dos se llevan mal con sus padres y eso aún les une más. También les unen los ataques de angustia que Ana padece y que la hacen tan dependiente de Toma. Se casarán, tendrán un hijo, y pasarán mucho tiempo en divanes de psicoanalistas. Primero irá ella. Después lo hará él. Cuando Ana deje de ser una mujer débil y dependiente y se convierta en otra. Una muy segura de si misma y consciente de que ya no quiere ni necesita a Toma.

Viendo Ana, mon amour me he acordado de otras dos películas muy buenas: Blue Valentine de Derek Cianfrance y Una vida, la última de Stéphane Brizé que vi hace un par de semanas en Buenos Aires. Las tres retratan con mucho estilo amores intensos y luego desfallecidos. Y las tres lo hacen con una singular forma de poner la cámara y de componer, a partir de instantes fragmentarios, historias tremendas y reconocibles. De Calin Peter Netzer vi hace tres años aquella intensísima y sobrecogedora Madre e hijo que también nos mostraba afectos dislocados con el trasfondo de los cambios recientes en una Rumanía que parece haber pasado de la tristeza comunista a la riqueza que la entrada en Europa ha debido deparar a algunos. Además de saber contar bien una historia desde una proximidad casi agobiante, Netzer hace dos cosas muy especiales en esta película: dar la vuelta a los habituales roles de los géneros en las rupturas amorosas e incluir al psicoanálisis como una pieza fundamental del relato. Primero como elemento y subtexto. Luego como discurso hermenéutico en ese singular diálogo final en el que Toma y el psicoanalista no solo cierran la historia, sino que casi la interpretan desde dentro.

domingo, 3 de septiembre de 2017

Barry Seal: El traficante

de Doug Liman. EE.UU., 2017. 114.
3 de septiembre de 2017. Cines Parqueastur, Corvera.

Barry Seal era un piloto de líneas aéreas pero su pericia lo llevó a convertirse en traficante. Primero de fotografías e informes y luego de drogas y armas. Así que sus viajes en avioneta le fueron muy útiles a la CIA para armar a la Contra en Nicaragua, para mantener la trama con Noriega en Panamá y también para que los del Cartel de Medellín pudieran exportar sus productos a Estados Unidos. Un tipo muy útil para que Reagan siguiera haciendo daño a los países que consideraba como el patio trasero del suyo.

Autograbaciones de supuestas cintas de video testimoniales se intercalan con imágenes trepidantes sobre lo que este piloto atrevido y optimista hizo en los años ochenta. Siempre con esa alegre ingenuidad del americano que piensa que todo le va a salir bien. Una película muy bien interpretada por Tom Cruise que, además de entretener mucho, da que pensar bastante sobre las maneras de aquel tiempo en que los americanos tuvieron un presidente que había sido actor. Y que, igual que este piloto, se reía mucho.