19 de octubre de 2018. Cines Ocimax, Gijón.
14 de mayo de 2019. Casa de la Cultura, XVIII Certamen Nacional de Cortometrajes de Avilés.
Petra quiere encontrar la verdad. En la vida y en el arte. Por eso va a pasar un tiempo a la casa de Jaume, un afamado artista plástico que pudiera ser su padre. Aunque no logró que su madre se lo dijera antes de morir, ella cree que podría ser él. Por eso ha conseguido que le acepte para una estancia como joven creadora a su lado. Allí conocerá a Lucas, el hijo de Jaume y de Marisa con el que más adelante tendrá una hija. Jaume no soporta el victimismo. Ni tiene ningún reparo en causar el mayor daño. A Lucas, a Petra o a quien sea.
Una tragedia griega en el Ampurdán. Una reflexión sobre la verdad, sobre la ética y sobre el arte. Una lección de cine por capítulos con títulos antepuestos. El hiperrealismo de Jaime Rosales trenzando un drama perfecto con unos personajes soberbios. Por los secretos de los que vienen. Por las culpas que les deparan las verdades que buscan y encuentran. Barbara Lennie y Àlex Brandemühl están magníficos en unos registros contenidísimos con los que consiguen hacernos muy próximos sus personajes. Marisa Paredes ha hecho aquí la mejor interpretación que yo le haya visto en el cine con un personaje relativamente marginal pero de expresividad máxima y de relevancia absoluta para que la decisión final de Petra sea la clave de bóveda perfecta para esta historia impresionante que evoca las mejores arquitecturas trágicas de Sófocles. Y, por supuesto, Joan Botey alcanza cotas sublimes en la manera en que construye al malvado más flemático y poderoso que uno pueda imaginar. Su personaje de artista catalán es un arquetipo, mitad singularísimo mitad reconocible, que parece construido por uno de esos actorazos con cuyo trabajo uno viene disfrutando desde hace varias décadas. Pero que esta sea su primera película no solo demuestra su pasmosa presencia innata para un personaje inolvidable sino también el acierto de Jaime Rosales al apostar por él confirmando que es un cineasta valiente que sabe arriesgar y ganar. En Petra ha decidido mover la cámara, casi mecerla, con una cadencia perfecta para irnos desvelando unos secretos que nos anticipa en los textos de presentación de cada capítulo. También ha decidido que esta película tendrá leves acompañamientos musicales. Dos decisiones acertadísimas para una historia que es a la vez accesible y muy compleja. Con Petra Jaime Rosales nos regala una experiencia cautivadora por la contemplación sosegada de los instantes que nos ofrece y por la afinadísima estructura de un relato lleno de equilibrios impecables. Petra se disfruta mientras se ve y también después. Porque invita a pensar sobre la verdad y sobre el arte. Sobre la identidad y la culpa. Sobre el contagio de los destinos trágicos. Y también sobre la belleza y sobre el mal.