24 de octubre de 2014. Teatro Calderón, 59º Semana Internacional de Cine de Valladolid (sección oficial). V.O.S.
Lana y Nico son dos hermanos deliciosos. Parecen haber perdido a su madre y la imaginan mirándoles desde una pluma que vuela tras una guerra de almohadas. O bajo el agua de la bañera. O en la playa a la que llegarán para liberar a su pececito después de un periplo urbano lúdico y maravilloso.
Solo están ellos (y un amigo algo mayor). Son los hijos de Rockwell y él sabe que también la cámara está enamorada de ellos. Y el espectador. Pero no nos hace trampas cautivándonos solo con la espontaneidad de sus hijos como hacía Reygadas con los suyos en Post Tenebras Lux. En esta singular película Rockwell me recuerda más bien al Kore-Eda de joyas como Nadie sabe o Milagro. Pero con un tono poético y una alegría que borra la sombra de esa pérdida intuida. Little feet parece el más bello regalo a una madre muerta. El de la alegría de unos hijos que la recuerdan y la echan de menos, pero que son libres, creativos y felices. La coherencia de la noche no ha podido ser mayor porque esta joya americana ha venido precedida de otra también centrada en la mirada infantil. La gallina, el magnífico corto con el que Una Gunjak nos sitúa en la vida cotidiana de una familia que va a celebrar un cumpleaños en los terribles días del cerco a Sarajevo.