5 de julio de 2015. Cines Los Prados, Oviedo.
En 1915 comienza el genocidio armenio. Tras muchos sufrimientos Nazaret es uno de los que sobreviven al exterminio. Al parecer también viven sus hijas gemelas a las que no ve desde que lo sacaron de su pueblo. Encontrarlas es para él una obsesión y para ello recorre Libano, Cuba y Estados Unidos siguiendo su rastro.
Lo que debería ser una gran película conmemorativa que hiciera más visible uno de los mayores genocidios del siglo XX se convierte en una historia que se hace larga y en la que el protagonismo de este padre enmudecido no está a la altura del drama que se pretende mostrar. El arranque con las escenas de felicidad familiar es casi naif. La terrible parte central deja al genocidio imperdonablemente desdibujado. Y al final el periplo americano de Tahar Rahim (tan estupendo en Un profeta y en las películas de Farhadi) casi me recuerda al de nuestro amigo Marco buscando a su madre. Eso sí, los escenarios están particularmente cuidados y me ha encantado ese paso por las radiantes calles de La Habana en la época en que se estaba construyendo el Capitolio al final del Paseo del Prado. Pero Fatih Akin fracasa notariamente si esas postales son lo mejor de una película que pretendía acercarse a un tema tan serio.