31 de marzo de 2018. Cines Parqueastur, Corvera.
En 2045 Halliday muere. Él fue el creador de Oasis, el universo virtual en el que pasan la mayor parte de su tiempo las personas. A partir de ahora el poder en ese mundo lo tendrá quien encuentre las tres llaves que Hallyday ha escondido. Una gran empresa quiere hacerse con ellas para controlarlo todo. También Wade Watts, un adolescente fascinado con la cultura audiovisual y los videojuegos que lo sabe todo sobre la vida de Halliday. Y también comparte su ética.
Steven Spielberg ha llevado al cine la idea de aquella Second Life fallida (quizá apareció antes de tiempo) para crear una fábula prodigiosa llena de referencias a lo audiovisual en sentido amplio (cine, videojuegos y culturas digitales). Ready Player One es una película abierta a múltiples interpretaciones. Desde las relacionadas con la prospectiva hasta las que encuentran en ella un retrato preciso de este presente en el que los señores del aire ya imperan a sus anchas. Quizá pueda ser leída también como una advertencia sobre esa cultura norteamericana contemporánea en la que aquel oasis de democracia y civilización que alguna vez se creyó ese país podría estar en peligro ahora que un tipo con mucho dinero se ha hecho con todo el poder. El viejo Halliday también podría ser un dios padre bondadoso (su nombre podría remitir también al Hall de 2001 de Kubrick) y el adolescente podría ser el hijo dispuesto a redimir a la humanidad (el encuentro entre los dos en la Basílica de San Pedro también da para muchas lecturas). Así que buscando interpretaciones globales en esta nueva maravilla de Spielberg, descifrando los muchos guiños cinéfilos y digitófilos que ofrece o simplemente dejándose llevar por esta historia trepidante llena de imágenes sorprendentes, uno tiene garantizadas más dos horas de disfrute total. Yo creo haberlas aprovechado bien y he quedado encantado con las tres formas de verla.