26 de octubre de 2018. Teatro Carrión, 63º Semana Internacional de Cine de Valladolid (sección oficial). V.O.S.
Un matrimonio de ancianos vive en soledad en medio de las llanuras heladas. Los afanes cotidianos con el trineo y en la cabaña hacen que su vida sea dura pero tranquila y sosegada. Ella está enferma y cada vez se acuerda más de Ága, la hija a la que no han perdonado por algo que no sabemos. Ahora trabaja muy lejos de ellos en una mina de diamantes.
Ya podemos decir que la Seminci tiene este año una película que merece sobradamente la Espiga de Oro. Esta joya búlgara de imágenes bellísimas, ritmo hermosamente cadencioso, intenciones sutilmente ambientalistas y personajes magnéticos, seguramente será comparada con tuda justicia con Derzu Uzala. Pero aún hay más lirismo en este relato de emoción creciente que comienza pareciendo un documental preciosista y avanza con unos actores soberbios hacia un final perfecto con una imagen inolvidable. Ága es una maravilla búlgara que dará mucho que hablar. Yo la encuentro perfecta para una trilogía con otras dos películas también magníficas: La hamaca paraguaya de Paz encina y La última tierra de Pablo Lamar. Las tres hablan de la pareja, de la edad tardía, de la naturaleza, de la soledad compartida y también de la despedida. El corto portugués de animación de David Doutel que precedió a esta maravilla también fue estupendo: una historia expresionista al lado de un lago helado titulada Augurio.