6 de noviembre de 2018. Casa de la Cultura, Avilés.
Teresa es una mujer chilena que lleva más de treinta años trabajando para una familia de Buenos Aires y ahora tiene que trasladarse a San Juan para cuidar de los abuelos. Una parada imprevista en el santuario de la Difunta Correa la hará encontrarse con el Gringo, un hombre sencillo en cuya camioneta de mercaderías ella dejó olvidado su bolso.
¿Se puede contar más con menos? Un desierto, una mujer tímida y sedentaria y hombre nómada y bondadoso. El azar del olvido de ella y la necesidad que él siente de prolongar el encuentro nos permite compartir una jornada deliciosa con esta pareja madura que no sabe cómo tratarse pero quisiera tratarse más y tratarse bien. La proximidad de la cordillera, la sintonía entre los hermosos acentos chilenos y argentinos y quizá también el amparo de esa santa pagana a la que las gentes sencillas dejan botellas de agua obran el milagro de este encuentro que no necesita ningún subrayado para cautivarnos. Cecilia Atán y Valeria Pivato consiguen que no falte ni sobre una sola palabra en esta película perfecta que cuenta con el buen hacer de una actriz tan extraordinaria como Paulina García (ya lo sabíamos desde sus soberbios papeles en La cordillera de Santiago Mitre, Verano en Brooklyn de Ira Sachs y sobre todo en Gloria de Sebastian Lelio) y con la bonhomía de un Claudio Rissi que consigue hacernos querer a ese Gringo que no lo es y que ofrece lo mejor que tiene en el Vallecito. La novia del desierto es la hermosa historia de una pareja que merece y consigue ser feliz. Aunque solo sea durante una jornada.