de Kelly Reichardt. EE.UU.,
2019. 121’.
28 de noviembre de 2020. 58º Festival de Cine de Gijón (sección: albar). Filmin. V.O.S.
Un western sosegado y delicado en el que pasan pocas cosas. La belleza del lugar y la bondadosa relación de estos amigos incidentales son las claves de una película que parece un cuento enternecedor bien lejano de la forma habitual de los relatos sobre el lejano Oeste. La veo cuando ya conocemos un palmarés en el que ha sido considerada la mejor película de la sección Albar. En Retuellos ha ganado 9 fugas y Marygoroung (sin duda, mucho mejor esta última) y en Tierres en trance la premiada ha sido Chaco, aunque La calle del agua también se ha llevado varios premios. Así termina una edición extraña de este festival en la que he podido ver treinta y tres películas (más que nunca) a cambio de tener que hacerlo desde casa. El festival ha perdido su querido logo y ha cambiado su estructura con unas secciones con otros nombres en asturiano y una distinción de categorías que me parece discutible. Me alegro de que haya habido una sección casi entera dedicada al cine latinoamericano, aunque no me gusta nada que se considere que aquellos países son siempre Tierres en trance (palabra esta última que, por cierto, no existe en asturiano). Tampoco me ha gustado especialmente la selección de películas que tiene, para mal, un evidente contraste con las que acabamos de ver en el festival de Huelva. Así que, habiendo disfrutado de películas muy interesantes (por ejemplo, las de la retrospectiva de Ana Katz o las dos japonesas), también he visto varias manifiestamente mejorables para haber sido seleccionadas en las tres secciones principales. Espero que el próximo año podamos retomar la normalidad de este estupendo rito anual y asistir al festival en las salas de Gijón.