15 de noviembre de 2014. Espacio INCAA Gaumont, Buenos Aires.
Fletes y remates. Trabajadores que vacían casas llenas de recuerdos. Subasteros que distribuyen los objetos por los mercados de Buenos Aires. Vemos las cosas e intuimos los afectos. Pero solo con las imágenes y las palabras de quienes las separan de sus anteriores dueños.
Veo tantas películas argentinas que comienzan con el logo del INCAA que tenía muchas ganas de conocer su espacio Gaumont en la hermosa plaza del congreso. En las tres salas que lo componen se proyecta todo el día buen cine argentino a solo ocho pesos por sesión. Salí temprano para pasear y despedirme de la ciudad en esta preciosa mañana de la primavera austral. Así que, igual que en los días tórridos del verano madrileño, después de unas horas de calor casi agradecí entrar en la oscuridad de un cine. Pero mientras veía la película me parecía seguir curioseando por rincones desconocidos de Buenos Aires. Joaquín Maito y Tatiana Mazó dejan su cámara fija en las calles donde las camionetas de Fletes 2001 hacen ese trabajo triste de separar las cosas de las vidas. La elegancia de los encuadres y su medida duración componen bellos bodegones urbanos que armonizan con las palabras sentidas de quienes cambian esas cosas de estado y de lugar. Ha sido muy atinada la decisión de no mostrar sus entornos originales ni a sus anteriores dueños. "Les estás pagando por sus afectos" dice alguien que comercia con esos objetos, demostrando una sensibilidad y una pena que quizá no sientan muchos de los hijos o los nietos que los venden. El sello DOCA (Documentalistas Argentinos) al que se adhiere esta película es garantía de cierto estilo y no poca calidad. O eso me ha parecido viendo hoy El estado de las cosas.