12 de abril de 2015. Centro Niemeyer, Avilés.
No toda la minería asturiana ha sido del carbón. Entre finales de los cuarenta y mediados de los setenta en El Tarronal se extraía cinabrio y se producía mercurio. Una actividad peligrosa que provocó la muerte temprana de muchos trabajadores.
En noviembre de 2013 Luis Felipe Capellín ya estuvo en el Niemeyer presentando su Guerrillero Quintana. Hoy ha vuelto con este nuevo documental sobre las condiciones en que algunos trabajadores vivían y morían en Asturias a mediados del siglo pasado. Los testimonios son de gentes del entorno del Tarronal, de algunos profesores de la universidad de Oviedo y también de un cardiólogo. Por el tema tiene cierta afinidad con Campaneros, el imprescindible documental de Isaac Bazán Escobar que tendrá el próximo miércoles un nuevo pase (¿el octavo ya?) llenando el auditorio de la Casa de la Cultura (no se entiende por qué no se ha programado en el Niemeyer, el que debería ser su lugar natural -casi literalmente-). En todo caso, la relación entre los dos documentales es solo temática. Morir en el Tarronal tiene buenas intenciones, pero la acumulación de testimonios no está bien articulada ni tiene la fuerza narrativa que hace de Campaneros un documento estremecedor y bien informado sobre lo que aquí pasó hace ya más de medio siglo. En el coloquio Luis Felipe Capellín destacó el compromiso desde el que plantea sus trabajos cinematográficos y alguna persona del público aportó nuevos testimonios sobre aquellas minas de mercurio cuyos restos pueden seguir siendo hoy un riesgo ambiental. Seguramente veremos en el Niemeyer el nuevo documental que Luis Felipe Capellín está preparando sobre Rosario Acuña. Y será grato recibirle aquí, aunque espero que también puedan estrenarse en este lugar los Arijanos que está filmando ahora Isaac Bazán Escobar y que se repare cuanto antes la deuda con sus/nuestros Campaneros programándose como se merece esa interesante película también en el Niemeyer.