12 de junio de 2015. Centro Niemeyer, XIV Certamen Nacional de Cortometrajes de Avilés.
Reencuentro de una familia chilena en casa de la abuela cerca de la cordillera. Ella también regresa. Y será la última vez porque vienen a llevarse los muebles para vender la casa. Serán dos días para compartir buenos momentos, para recordar el pasado y para sentir nostalgia del futuro.
¿Puede ser una ópera prima esta maravilla? Isabel de Ayguavives es española, pero su mirada es chilenísima (aunque esta familia es mucho más maja, el entorno y el protagonismo de la chica me ha recordado a El verano de los peces voladores de la chilena Marcela Said que estuvo en 2013 en el festival de Gijón). El árbol magnético está hecha de esos momentos cotidianos en los que está pasando todo mientras no pasa nada. La frase puede decirse de muchas buenas películas, pero en esta las relaciones entre los distintos personajes fluyen con una naturalidad que hace imposible no sentir lo que, según se nos dijo en la presentación, nos recomendaba la directora: verla como si fuéramos uno más de esa familia. Y así lo parece. Entendemos a cada uno de los personajes que allí se encuentran. Reconocemos como propios los momentos incidentales y las pequeñas cosas que les suceden porque están hechas con ese material sensible propio de la vida. Es cine naturalista del mejor. Ese que, mostrando unos instantes del presente, hace comprender la pervivencia del pasado en cada personaje y el temor a que el futuro no llegue a ser un bello presente continuo. Entre las buenísimas interpretaciones que contiene esta película me será inolvidable la de Manuela Martelli en el papel de esa joven que en cierto modo la protagoniza. Espero que se hable mucho de Isabel de Ayguavives y de El árbol magnético. Miradas como la suya merecen tener mucho futuro en el cine. Por lo demás, antes de ver esta magnífica película (su acertada selección prestigia al festival), se proyectaron los otros seis cortos finalistas de la sección oficial. Entre ellos me han gustado Prohibido arrojar cadáveres a la basura de Clara Bilbao (una irónica ficción sobre un futuro sin espacio para caerse muerto), Pase privado
de Natxo López (una historia contada desde varios puntos de vista sobre
la cita entre un proyeccionista y una chica de rojo en un cine vacío), Puño y metal de Victor Alonso (un documental en blanco y negro sobre un lugar barcelonés en el que el boxeo ayuda a la integración social) y Bikini (una divertidísima evocación del posible encuentro en El Pardo entre el alcalde de Benidorm y Franco). Así que ha sido otra tarde de llenazos en estos días de junio en los que el sol llega al patio de butacas de esta preciosa sala del Niemeyer antes de que las cortinas se cierren para hacernos disfrutar de buen cine. Mañana la gala de clausura y los premios serán en el Palacio Valdés. Como no habrá película no los comentaré en este blog, pero allí estaremos. Justo antes de disfrutar otra vez con Sé de un lugar, la estupenda obra de teatro que vimos el año pasado en La Cuarta Pared y que ahora llega al off del Niemeyer.