1 de julio de 2018. Cines Renoir Princesa, Madrid.
Mariana vive la vida plácida propia de la alta burguesía chilena. Es hija de un potentado y está casada con un argentino con el que aún no tiene hijos. Últimamente toma clases de equitación con un hombre maduro que le interesa especialmente. Es un coronel retirado al que van a procesar por lo que hizo en tiempos de la dictadura. A ella esta situación la atrae. Quizá porque quiere conocer qué responsabilidades tuvo en todo aquello su propia gente.
Los perros son importantes en esta historia que vemos desde el punto de vista del personaje que interpreta magníficamente Antonia Zegers. Los perros son también esos hombres (su padre, su marido, el coronel...) que dominan y atraen a esta mujer cobarde pero atrevida, ignorante de lo que pasó pero interesada por conocerlo, fascinada por un mal que a la vez le repugna y finalmente tan conservadora como desleal hacia su estirpe. Marcela Salid nos sitúa en este punto de vista complejo para mostrarnos el interior radical de unas clases altas chilenas que ya retrató magistralmente desde la mirada de una joven en El verano de los peces voladores, su primer largo de ficción que tuvimos la suerte de ver hace cinco años en el Festival de Gijón. Así que ha sido un lujo encontrarnos ahora en Madrid con esta nueva película suya que, además de mostrarnos, con un elenco perfecto, las intimidades y vergüenzas de las élites chilenas, adopta el punto de vista de ese personaje complejo que le va tan bien a Antonia Zegers. Buen guión, buenos actores y buena dirección. ¿Qué más se puede pedir? Solo una cosa: que podamos ver pronto en España lo próximo que haga Marcela Said.