martes, 31 de marzo de 2020

Una corriente salvaje

de Nuria Ibáñez. México, 2018. 72.
31 de marzo de 2020. I Festival On line de Cine Dirigido por Mujeres, Avilés.

Dos hombres sencillos viven de lo que pescan en una bahía de la Baja California. Los dos conversan y bromean mientras deambulan por la orilla buscando peces y crustáceos. La cámara los acompaña pero ellos no parecen notarlo.

Una relación tierna entre dos hombres primarios. Da gusto escucharlos hablar sobre lo cotidiano, evocar canciones y hasta a veces sincerarse. La cosa entre ellos es de una afinidad tosca que no está lejos de la relación amorosa. Aunque está muy claro que ellos no podrían aceptarlo. Con esta película ya he visto todas las de la sección oficial de este Festival. Diez en modo confinado y las otras cinco ya las había visto antes como debe ser: en salas de cine. Creo que las mejores estaban entre aquellas. Sobre todo La hija de un ladrón, El despertar de las hormigas y La portuguesa. Entre las que he visto en pantallita me han gustado especialmente <3, La vida sin Sara Amat, Hayati y también esta. Así que, a pesar de que ya tengo mono de sala oscura (y por supuesto de teatro: los regalos de Timbre 4 y del Pavón Kamikaze se agradecen pero no son suficiente), no ha estado nada mal que este festival de cine en femenino singular haya coincidido con este tiempo obligadamente doméstico. Ojalá que haya una segunda edición el año que viene. Y que no sea solo en Internet.

Nona, si me mojan yo los quemo

de Camila José Donoso. Chile, 2019. 86.
31 de marzo de 2020. I Festival On line de Cine Dirigido por Mujeres, Avilés.

Nona deja Santiago para ir a vivir a un pueblo cerca de la costa. Es una mujer mayor que tiene la casa en una zona en la que hay muchos incendios últimamente. Al principio y al final de la historia vemos que ella también tiene querencias pirómanas.

La última película chilena que había visto también tenía mucho que ver con el fuego. Era Ema, del gran Pedro Larraín, y tenía como escenario nada menos que Valparaíso. Pero Nona no tiene nada que ver con Ema y, aunque también esté en Chile, el lugar al que se va a vivir esta señorona está a años luz estéticos de Valparaíso. El personaje es bastante áspero pero nada interesante. Para hacer esta película la directora habrá tenido que pasar una temporada con ella en ese sitio. Y no la envidio.

lunes, 30 de marzo de 2020

Hayati (Mi vida)

de Sofi Escudé y Liliana Torres. España, 2018. 72.
30 de marzo de 2020. I Festival On line de Cine Dirigido por Mujeres, Avilés.

Una familia dividida entre Siria, Turquía y España. El padre y el hijo pequeño eran aquellos refugiados cuya imagen vimos todos cuando una reportera canalla les puso una zancadilla en la frontera húngara. Ellos lograron llegar a nuestro país, pero un hijo mayor no conseguía el visado para salir de Turquía y la madre seguía bajo las bombas en Siria con el resto de la familia. Asistimos a sus conversaciones por teléfono y comprendemos lo difícil que es mantener la esperanza de volver a estar juntos lejos de la guerra.

Los terroríficos hechos que vivieron en el pasado los miembros de esta familia los escuchamos en sus voces pero los vemos ilustrados por unas animaciones bellísimas que no se recrean en los detalles del horror sino que los evocan con sutileza. Solo por esas imágenes ya vale la pena ver esta película que tiene su corazón en las llamadas telefónicas cotidianas entre quienes no pueden abrazarse. Hace unos días aludía precisamente a la importancia del teléfono en mi otro blog a propósito de la relación entre la escuela y los hogares confinados. Ojalá que lo que estamos viviendo ahora nos sirva para entender mejor otros dramas mucho mayores que ha padecido y padece tanta gente y hacia los que cualquier empatía recibe siempre zancadillas. Lo explica muy bien Ramón Lobo en este artículo de El País.

domingo, 29 de marzo de 2020

Varados

de Helena Taberna. España, 2019. 72.
29 de marzo de 2020. I Festival On line de Cine Dirigido por Mujeres, Avilés.

Refugiados sirios, afganos y cameruneses varados en Atenas, Mitilene y en el campo de Moria. Han dejado atrás el infierno de las guerras, la estancia en Turquía y también han sobrevivido a la travesía por el mar. Ya no están bajo las carpas de ACNUR pero tampoco tienen todavía un destino. Están varados en Grecia, esperando unos documentos que les permitan continuar.

Son historias mínimas de personas con nombre propio.  Cada uno viene de un lugar distinto y trae un drama diferente. El documental es sosegado y parsimonioso. No hay muchos datos ni tampoco truculencias. Solo retazos de unas vidas verdaderas como las que es posible encontrar en los lugares de paso, en los sitios que aún no son un verdadero refugio. Viendo esta sencilla y modesta película uno piensa que casi nadie abandonaría su país si no tuviera un buen motivo. La guerra, la miseria o una epidemia son cosas que permiten comprender por qué alguien estaría dispuesto a dejar su casa o a no salir nunca de ella. Son cosas que entiende cualquiera. O quizá no.

sábado, 28 de marzo de 2020

Rêve de Mousse

de Elena Molina. España, 2018. 76.
28 de marzo de 2020. I Festival On line de Cine Dirigido por Mujeres, Avilés.

Un marinero francés y unos jóvenes españoles solidarios llevan un viejo barco de pesca hasta Haití. Saldrán de Francia llevando también material humanitario y pasarán por La Coruña, Gran Canaria, Cabo Verde antes de llegar a Haití. Allí los titiriteros de Marionetas Nómadas que vienen a bordo harán una gira solidaria y el barco debería servir de ayuda a los pescadores locales. La directora filma el periplo. Y también sus dudas sobre su eficacia.

Un documental sin grandes pretensiones que muestra un viaje averiado en un barco que se ha librado del desguace. El periplo no es ni heróico, ni tedioso ni tampoco truculemento. No hay grandes emociones en esta película que pretende ser sincera y lo consigue con modestia. También mostrando las dudas de la directora sobre si el empeño puesto en el viaje se corresponde con su provecho para los destinatarios.

jueves, 26 de marzo de 2020

Paradise Hills

de Alice Waddington. España, 2019. 95.
26 de marzo de 2020. I Festival On line de Cine Dirigido por Mujeres, Avilés. V.O.S.

Uma  es una chica de la clase inferior a la que quieren casar con uno de la clase superior. Como ella no quiere, su familia la lleva a un centro que garantiza que en dos semanas se la devolverá dócil y lista para el matrimonio. Es un lugar insular y florido en el que vive un confinamiento amable y lujoso con otras chicas como ella. El funcionamiento del centro es inquietante y Uma acaba descubriendo que allí se dedican a modelar a unas dobles más sumisas que son las que luego entregan a las familias. Pero nuestra heroína conseguirá regresar con su doble para truncar ese matrimonio y cargarse a su rico pretendiente.

El resumen ya muestra que no me ha gustado nada esta fábula sobre la domesticación de señoritas que tiene su mayor baza en unos escenarios distópicamente almibarados. Por lo demás, es solo una historia boba, un cuento de princesitas (y también una bruja) a la que cualquier feminismo le queda tan lejos como deben estar los Uppers de los Lowers (así, sin traducir, aparecen en los subtítulos los nombres de las clases sociales a las que pertenecen las muchachas). La película es de producción española y financiación  pública nacional. También es española su directora, aunque use pseudónimo anglosajón. Pero la abducción anglofílica es tan notable que en la película no hay ni rastro (elenco, lengua, gestualidad, imaginario...) de nada que se aleje lo más mínimo del canon de esa cultura que se autoconcibe como única y universal. De hecho, su productora, Nostromo Pictures, es barcelonesa pero no tiene en su web ni una sola palabra en español ni tampoco en catalán (está todo en inglés). No insistiré en que el fenomeno tiene algo de patológico y que me parece aún más grave que estas cosas pasen tan desapercibidas. En todo caso, el problema principal de Paradise Hills (extraño título para un lugar situado en una isla minúscula)  es que es una película mala, muy mala. Su distancia con la calidad de cualquiera de las que he visto de la sección oficial (y ya van diez) es mayor que la que debe haber entre las castas inferiores y las superiores de la sociedad de esas chicas de atuendos blanquitos que protagonizan una película que probablemente sea la oveja negra de este festival.

miércoles, 25 de marzo de 2020

La vida sin Sara Amat

de Laura Jou. España, 2019. 75.
25 de marzo de 2020. I Festival On line de Cine Dirigido por Mujeres, Avilés.

A Pep le gusta Sara. Una tarde en que toda la pandilla juega a esconderse, él lo hace donde está ella y hablan un poco. Luego Sara desaparece. Esa noche todo el pueblo la busca, pero cuando Pep vuelve a la casa de su abuela la encuentra en su habitación. Allí permanecerá escondida hasta que acabe el verano para él y ella termine de leer Ana Karenina antes de irse lejos del pueblo.

Otra historia de adolescentes que pasan el verano en la España rural. La vida sin Sara Amat es un relato de iniciación (la de Pep) y de liberación (la de Sara). Una historia sencilla con una ambientación muy cuidada y una fotografía primorosa. Un pueblo en los años setenta en el que solo los guardias civiles no hablan catalán es el entorno adecuado para esta historia de complicidades adolescentes y de secretos arriesgados. Como el que guarda ese chico bueno que será feliz teniendo a Sara en su habitación y para el que la vida no volverá a ser igual cuando ella se vaya. Con esos estupendos intérpretes juveniles  que son Biel Rossell y María Morera, Laura Jou consigue que, sin ninguna estridencia, su película resulte muy grata para cualquier edad y cualquier mirada. Y eso está realmente bien.

martes, 24 de marzo de 2020

Ainhoa: yo no soy esa

de Carolina Astudillo Muñoz. España, 2018. 98.
24 de marzo de 2020. I Festival On line de Cine Dirigido por Mujeres, Avilés.

La directora chilena rememora la vida de Ainhoa, una barcelonesa a la que no conoció pero con la que podría compartir mirada generacional y padecimientos íntimos. Con imágenes, grabaciones, fotografías y diarios que le entregó su hermano tras su muerte, va reconstruyendo la infancia temprana de Ainhoa en los tiempos en que Franco aún vivía y su familia era feliz cada vez que regresaba al País Vasco. También reconstruye su adolescencia turbulenta y esa juventud tardía, voluntariamente marginal, en la que parecía seguir queriendo encontrar la felicidad cuando decidió dejar de buscarla.

La memoria como reconstrucción. Imágenes, relatos y reflexiones sobre una vida concreta y sobre lo que podría revelar de las vidas de otras mujeres. Todo el material es de primera mano. La mano de un padre que empuñaba la cámara para capturar momentos cotidianos de felicidad. La felicidad que muestra su mirada sobre esa madre gratísima (a la que la cámara quiere muchísimo) que hace difícil pensar que la vida de Ainhoa no fuera siempre feliz. Además de dulces filmaciones familiares de los setenta también hay diarios íntimos muy ásperos de las dos décadas siguientes. A todo eso Carolina Astudillo Muñoz le añade su propia voz narrativa para reflexionar sobre el relato posible de una vida concreta. La vida de Ainhoa, esa mujer cuya intimidad doméstica invadimos con la cámara de su hermano poco tiempo después de que decidiera suicidarse. Como toda historia que pretende (y consigue) ser verdadera, la película atrapa, conmueve y da mucho que pensar. También sobre los pruritos éticos de usar unos materiales que no fueron filmados, grabados o escritos para que los contempláramos nosotros.

lunes, 23 de marzo de 2020

3

de María Antón Cabot. España, 2018. 64.
23 de marzo de 2020. I Festival On line de Cine Dirigido por Mujeres, Avilés.

Verano en el parque del Retiro. Jóvenes emparejados o en grupo disfrutan del amor. De sentirlo o intuirlo. De anticiparlo o compartirlo. De mostrarlo o explicarlo. La cámara a veces está muy cerca y capta confesiones tan sinceras que quizá no se las han hecho nunca. Otras veces los mira de lejos y contempla como se trenzan los gestos y se expresan los deseos. Es una jornada alegre, de celebración festiva de esos encuentros estivales que da gusto vivir y contemplar.

El parque como fondo de pantalla. Con preámbulo y epílogo de imágenes abstractas que evocan universos lejanos o interiores, la película de  María Antón Cabot es un retrato de gente en sitios. De gentes, casi siempre jóvenes o muy jóvenes, que expresan o hablan sobre el amor y los amores. De sitios tan propicios para ello como un gran parque en una deliciosa jornada de verano. <3 (lo siento, el código del Blogger no me permite incluir en el título de arriba el signo del bonito emoticono amoroso que se muestra en el cartel) está filmada en tres veranos y se compone de retazos de conversaciones robadas o entregadas a la cámara, pero siempre interesantes y sinceras. Me encantan las que tienen esos homosexuales enamorados, las de esas amigas de adolescencia emergente y chispeante (acabo de leer el delicioso y recomendable libro El río baja sucio de David Trueba que trata y se dirige precisamente a esas edades) o la de esa joven que se enreda y nos enreda con la digitalización de los coqueteos al comienzo de la película. Aunque en esta reseña le haya puesto esa etiqueta, <3 no es exactamente un documental. Tampoco pretende establecer tesis sobre los usos amorosos de nuestro tiempo. Es mucho mejor que eso. Es como pasar un día en el parque contemplando a la gente cuando el verano comienza. Qué ganas de poder hacerlo. Qué bien que María Antón Cabot nos haya recordado durante esta hora fascinante las ganas que tenemos de volver a nuestros parques.

Ojos Negros

de Marta Lallana e Ivet Castelo. España, 2019. 65.
23 de marzo de 2020. I Festival On line de Cine Dirigido por Mujeres, Avilés.

Paula pasa el verano en Ojos Negros, el pueblo de Teruel en el que viven su abuela y su tía. Hace años que no está con ellas así que la situación al principio le resulta difícil. Pero allí conoce a Alicia, otra adolescente de la que se hará muy amiga.

La segunda semana de confinamiento por el coronavirus coincide con el comienzo del I Festival On line de Cine Dirigido por Mujeres, una iniciativa en la que se proyectarán (es un decir) quince películas hasta el día 31. Cinco de ellas ya las había visto y reseñado: La hija de un ladrón, El despertar de las hormigas, La portuguesa, Les perseides y Mudar la piel y a juzgar por la calidad de estas, cabe esperar un buen nivel en este festival cuyas fechas han resultado tan oportunas. Ojos negros tiene bastante que ver con Les perseides, de Alberto Dexeus y Ànnia Gabarró, con la que comparte la voluntad de mostrar la relevancia de esos veranos en la España rural para la continuidad de la memoria familiar y como escenario vitalmente fascinante para las adolescentes urbanas. Las directoras de Ojos Negros han querido poner el acento en las atmósferas y las sensaciones más que en lo que los personajes se dicen. Es, por tanto, una película contenida que quiere de ser sutil en la manera de mostrar la mirada de una joven ante un entorno ancestral que para muchos adolescentes resulta ya desconocido.

sábado, 21 de marzo de 2020

Sueño y silencio

de Jaime Rosales. España, 2012. 120.
21 de marzo de 2020. DVD, Avilés.

Oriol y Yolanda son un arquitecto catalán y una profesora andaluza que viven en París con sus dos hijas. En un viaje con Oriol al Delta del Ebro muere una de ellas en un terrible accidente que no se nos muestra. Él no recordará nada, ni del accidente ni de su hija. Y eso hace que el desconsuelo de Yolanda aún sea mayor.

Con personas completamente ajenas al mundo de la interpretación, Jaime Rosales ha conseguido filmar esta joya. Sueño y silencio trata de lo esencial y está hecha con lo esencial. Lo esencial de una historia sobre un duelo que va más allá de La soledad. Lo esencial de unas escenas en las que el hiperrealismo es llevado al límite. Tanto, que lo espiritual se cuela en esa forma de poner la cámara que tendría mucho que enseñar al propio Malick y sobre la que Jaime Rosales abundará después en Petra, esa otra película magistral en la que los suaves movimientos de cámara también parecen los de un espíritu. En Sueño y silencio Rosales ha optado por un sonido directo que respeta siempre las distancias. Unos encuadres siempre bien elegidos para que lo importante sea solo lo que contemplamos. Un blanco y negro iluminado siempre con luz natural que hace casi atemporal esta historia trágica. Y un prólogo y un epílogo cenitales en los que asistimos (primero en blanco y negro, luego en color) al espectáculo de ver trabajando a ese otro fabricante mediterráneo de obras de arte universales que es Miquel Barceló. Sueño y silencio es otra muestra de que el cine de Jaime Rosales es superlativo. Quizá no apto para públicos impacientes, pero absolutamente cautivador para quien sabe que Chéjov contaba muchísimo con lo poco que contaba.

jueves, 19 de marzo de 2020

Abrir puertas y ventanas

de Milagros Mumenthaler. Argentina, 2011. 99.
19 de marzo de 2020. DVD, Avilés.

María, Sofía y Violeta son tres hermanas adolescentes que viven juntas en una gran casa. La han heredado de su abuela que acaba de morir y que hasta ahora era quien se ocupaba de ellas. Será un tiempo extraño en el que habrán de encargarse de todo. También de ellas mismas. 

Primer largometraje de Milagros Mumenthaler, de la que hemos visto otra magnífica película: La idea de un lago. Abrir puertas y ventanas no solo es un gesto y expresión bellísima sino el oportuno título de una película sobre el duelo, la juventud, el tiempo y la renovación. Tan protagonista como las chicas es esa casa que rezuma ausencia y se convierte en reliquia de esa mujer poderosa de la que apenas se habla pero que, omitida, parece seguir siendo la clave de todo. También de esa renovación que va vaciando de muebles la casa y hace que una de las hermanas sienta la necesidad de escapar de ella. Es una obra abierta, como la vida que espera a esas chicas que vemos entre los interiores y el patio y a las que acompañamos entre dos estaciones. Milagros Mumenthaler mantendrá ese tono contenido, entre hiperrealista y elusivo en La idea de un lago, otra historia femenina con otro personaje importante en fuera de campo. Así que es la tercera película que vemos en este inesperado e involuntario ciclo doméstico de cine argentino que, al menos, nos ha permitido disfrutar de tres obras estupendas que estaban ahí mismo en DVD. Esperando su momento.

miércoles, 18 de marzo de 2020

El crítico

de Hernán Guerschuny. Argentina, 2013. 90.
18 de marzo de 2020. DVD, Avilés.

Téllez es un crítico de libro. Serio, erudito y duro en sus reseñas cinematográficas, tiene querencia por los rituales cinéfilos minoritarios en las salas de arte y ensayo. Y también notables dificultades para el trato con las mujeres. Hasta que buscando un piso coincide con Sofía, una chica muy guapa y animada que entiende tan poco de cine como él de la vida.

El crítico hace un estupendo díptico con El artista que vimos ayer y es otra prueba del magnífico cine que se hace en Argentina (y que aquí apenas nos llega). El crítico es una película multicapas y todas ellas muy suculentas. Hay una comedia romántica en la que el personaje de Dolores Fonzi recuerda al de Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes. Hay mucha ironía cinéfila que me ha gustado casi tanto como ese extraño divertimento documental titulado En busca del Oscar, de Octavio Guerra. Y hay también un ejercicio metafílmico en el que el contenido y la forma se entrecruzan en una original lección de teoría y práctica cinematográfica. El crítico es una película sencilla y apta para todos los públicos. Pero también una obra bien armada que es capaz de superar la altivez y la aburrida acidez de esos críticos que tanto se parecen a veces al que la protagoniza. Y no miro a nadie.

martes, 17 de marzo de 2020

El artista

de Mariano Cohn y Gastón Duprat. Argentina, 2008. 91.
17 de marzo de 2020. DVD, Avilés.

Un enfermero que trabaja en un geriátrico se lleva a su casa a un anciano que pinta de forma muy singular. Tanto que en los círculos de arte contemporáneo, que no saben que el pintor no es el enfermero, encumbran a este como un artista sin igual.

Sin que sirva de precedente (espero), en estos tiempos difíciles pondré entre paréntesis uno de los dogmas más queridos de este blog en el que he reseñado casi 1.500 películas, todas vistas en salas de cine. La pandemia del coronavirus nos impide salir de casa con lo que esta será la mejor ocasión para ir reduciendo esa torre de DVDs comprados con mucha ilusión pero no vistos todavía. Empezaremos con tres películas que traje del mercado de San Telmo en uno de mis últimos viajes a Buenos Aires. Así que en los próximos días haremos en casa un pequeño ciclo de buen cine argentino. Comenzamos con El artista, una magnífica película de ese dúo inspirado y compenetradísimo que han formado hasta hace poco Mariano Cohn y Gastón Duprat. El artista es anterior a las que había visto de ellos (El hombre de al lado, Todo sobre el asado y El ciudadano ilustre, a las que se añade Mi obra maestra, dirigida solo por Duprat, que vimos en la Seminci de 2018). No mostrar nunca (salvo quizá en el cartel) lo que pinta el anciano. Colocar la cámara en el lugar de los propios cuadros para captar la mirada de quienes los contemplan. Incluir referencias irónicas y sutiles a las actitudes y discursos propios del mercado del arte. Esas son algunas de las virtudes de esta magnífica película. También está entre ellas el exquisito cuidado en los encuadres (nunca más oportuna esa palabra que aquí) y un trabajo actoral notabilísimo en el que destacan Sergio Pángaro en el papel protagonista y, muy especialmente, Alberto Laiseca interpretando a ese anciano creativo y desquiciado. Así que solo hay un pero que ponerle a esta magnífica sesión cinematográfica: que no hayamos podido disfrutarla en una sala de cine.

miércoles, 11 de marzo de 2020

Los consejos de Alice

de Nicolas Pariser. Francia, 2019. 104.
11 de marzo de 2020. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas. V.O.S.

El alcalde socialista de Lyon lleva treinta años en la política y siente que las ideas ya no le bullen como antes. Por eso ha contratado a Alice, una joven que se ha dedicado a la filosofía en el extranjero. Será una asesora que invitará al alcalde a reflexionar sobre el concepto de modestia, un cuerpo extraño en el intrincado mecanismo de la asesoría política y una espectadora de excepción de ese mundo.

Entiendo muy bien la perspectiva de Alice (yo también la tuve una vez) y aunque nuestra mirada es la de ella, el verdadero protagonista de la película es ese imponente animal político que bien podría haber llegado al Eliseo pero que, cuando podría hacerlo, duda y finalmente rehúsa. El entorno corresponde a la política municipal de una ciudad media pero, tratándose de Francia, las maneras son las propias de la alta política republicana, esa que parece no haber renunciado a la grandeur tras cortarle la cabeza al rey. Así que Nicolas Pariser nos ofrece una película interesantísima, no apta solo para franceses, que muestra desde dentro la cotidianidad de la política y que tiene en ese discurso que el alcalde nunca llegará a pronunciar un diagnóstico certero de la situación (quizá no solo) de aquel país y un magnífica perspectiva para entender por qué la izquierda política sigue siendo imprescindible en el siglo XXI.

martes, 10 de marzo de 2020

El huevo del dinosaurio

de Wang Quan'an. Mongolia, 2019. 100’.
10 de marzo de 2020. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.

Unos policías de Mongolia encuentran el cadáver desnudo de una mujer en medio de la estepa. El más joven queda encargado de custodiarlo. Con la ayuda de una pastora que le da calor (y algo más) consigue sobrevivir a la gelidez de la noche. La pastora queda embarazada pero él no lo sabrá. Será una buena noticia para ella y para el hombre que la ronda y le regala un huevo de dinosaurio. Es un fósil pero también una metáfora.

El huevo del dinosaurio prometía bastante tras recibir La Espiga de Oro en la última Seminci (no la vimos en Valladolid porque no se proyectó el domingo con las películas ganadoras). De hecho, tiene un comienzo que recuerda el motivo y el arranque de Érase una vez en Anatolia, la película de Nuri Bilge Ceylan. La desolación de los espacios esteparios y la soledad de esa mujer también me recuerdan a Ága, aquella joya del búlgaro Miko Lazarov que vimos en la Seminci de 2018 y que aún no se estrenado en España. Pero esas primeras impresiones fueron solo un espejismo. La historia evoluciona dejando de lado ese singular arranque (sabremos poco de la mujer asesinada y perderemos de vista al joven policía) y, aunque su vocación poética es evidente y la insistencia en los paisajes crepusculares mongoles la hacen atractiva, las confusiones en el manejo de la luz (no tiene pretensiones surrealistas pero en una misma escena puede haber planos filmados con la luz del mediodía y otros en los que está anocheciendo) hacen que parezca un tanto descuidada. Por lo demás, la parsimonia del relato no sería un problema si lo que cuenta la hiciera necesaria. Pero no es el caso.

lunes, 9 de marzo de 2020

Frida: Viva la vida

de Gianni Troilo. Italia, 2019. 90.
9 de marzo de 2020. Cines Los Prados, Oviedo.

Un repaso a la vida y el carácter de Frida Kalho. A su drama personal, a sus complicadas relaciones con Diego Rivera y a algunas de sus obras. En un formato documental que tiene más interés cuando no pretende hacerse poético.

Una ocasión deliciosa para volver a través de la pantalla a lugares tan maravillosos como Coyoacán, el Zócalo o Teotihuacán. Todo eso me agrada y me resulta interesente. También escuchar la voz de esa fotógrafa admirable y lúcida que es Graciela Iturbide, algunos de cuyos trabajos trajo a España no hace mucho la Fundación Mapfre en una estupenda exposición que también estuvo en Gijón. La película gana cuando radicaliza  su vena mexicana y repasa imágenes históricas de Frida Kalho. Pero pierde cuando aparecen mujeres de ahora en la forma de esa modelo silente de gestualidad impostada o ese rostro de maneras afectadas que pretende ser la voz narrativa anglosajona de la película. Y, sobre todo, cuando aparece esa técnica del museo que habla tanto y dice tan poco.

Invisibles

de Gracia Querejeta. España, 2020. 83.
9 de marzo de 2020. Cines Los Prados, Oviedo.

Julia, Elsa y Amelia son tres amigas que rondan los cincuenta y quedan para pasear todos los jueves por el mismo parque. Allí comparten sus problemas y se ponen reparos. Una es una profesora quemada. Otra una mujer pusilánime que sufre la insolencia de la hija de su pareja. Y la tercera una ejecutiva exitosa que no soporta que su jefe la rechace. Sus diálogos semanales son para ellas catárticos y necesarios. 

La idea es magnífica. La cámara las sigue y las escucha sin importunarlas. Emma Suárez, Adriana Ozores y Nathalie Poza están magníficas en esta película de dispositivo sencillo que todo lo fía a la naturalidad y el interés de esos diálogos cotidianos y a la calidad de unas actrices a las que da gusto acompañar en los paseos primaverales de sus personajes. Así que Gracia Querejeta acierta de lleno. Y es que, también en el cine, muchas veces menos es más.

domingo, 8 de marzo de 2020

La verdad

de Hirozaku Kore-Eda. Francia, 2019. 106.
8 de marzo de 2020. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Una famosa actriz madura del cine francés acaba de publicar un libro autobiográfico titulado La verdad. Con ese motivo su hija viene a verla desde Estados Unidos con su yerno y su nieta. Estos días ella está trabajando en una película de ciencia ficción en la que su personaje, de ochenta años, tiene una madre de la edad de su hija que también viene a visitarla desde un lugar del espacio en el que no se envejece. Las difíciles relaciones entre la madre actriz y la hija guionista tienen algunas simetrías con las que mantiene con la joven actriz que interpreta a su madre en la película y con las que tienen los propios personajes. Como se dice más de una vez, quizá convenga no fiarse mucho de la memoria para conocer la verdad.

Catherine Deneuve y Juliette Binoche en un estupendo mano a mano haciendo de madre y de hija en el propio mundo del cine. Y acompañadas por un Ethan Hawke que vuelve a París haciendo de padre delicioso para su hija y de marido y yerno amigable para esas dos mujeres ariscas y dolidas. El plano cenital del jardín vacío con que comienza la película es similar al plano final de ese grupo reconciliado que mira distraidamente el cielo protector sobre París. Dos planos que me recuerda algunos momentos de Un asunto de familia, la última joya de un director que solo sabe filmar obras extraordinarias con una contención máxima y una hondura insuperable. Kore-Eda es un maestro de la sutileza en la reflexión sobre las familias y sus aledaños. El mejor ADN del cine de Ozú está en el suyo, así que cuando filma historias japonesas desvela cuestiones radicalmente universales que uno siente absolutamente próximas. Ahora que viene a París y dirige a actrices y actores consagrados no pierde el pulso en esos retratos profundos a la vez que livianos sobre las relaciones humanas. Su maestría para captar también lo universal en el entorno europeo me recuerda a la del Asghar Farhadi de El pasado o Todos los saben. Pero si retratando a la infancia (Nadie sabe, Milagro, De tal padre tal hijo) y las relaciones familiares (Still walking, Nuestra hermana pequeña, Después de la tormenta, Un asunto de familia) Kore-Eda es un maestro indiscutible, en La verdad nos ofrece además una original mirada sobre la dificultad y la aspereza de las relaciones paterno-filiales que en versión masculina parece ser tema de moda en la literatura española más reciente (Manuel Vilas, Ricardo Menéndez Salmón y hasta Elvira Lindo). Kore-Eda nos ofrece aquí una pugna entre una madre y una hija que no tiene menos intensidad y fuerza que los habituales retratos de esa relación en versión masculina, pero que además tiene la inmensa virtud de poner a su lado a unos hombres que encarnan un infrecuente modelo de masculinidades no centrales y sumamente cordiales. Ya digo, Kore-Eda es un maestro. Sus películas no son recibidas con las alharacas propias de las películas parásitas de la industria (de hecho, en Asturias solo se ha proyectado en el Niemeyer), pero son siempre un regalo en el que uno no puede distinguir cuál es más conmovedor. Solo desear que no tarde mucho en estrenar la próxima.

martes, 3 de marzo de 2020

Cuestión de justicia

de Destin Cretton. EE.UU., 2019. 136
3 de marzo de 2020. Cines Parque Principado, Lugones.

En los años ochenta Bryan Stevenson era un joven abogado negro de Delaware que tras licenciarse en Harvard decidió instalarse en Alabama para defender a personas que estaban en el corredor de la muerte. Uno de ellos era Walter McMilliam que en 1987 fue condenado casi sin pruebas por el asesinato de una joven blanca. Un entorno racista y un sistema penal disfuncional hizo posible una condena que no se habría producido si McMilliam fuera blanco. Desde entonces Bryan Stevenson ha conseguido sacar a 140 condenados del corredor de la muerte. 

Si Matar a un ruiseñor se hubiera estrenado ahora no me extrañaría que buena parte de la crítica hubiera censurado su maniqueísmo, su pretensión edificante o sus excesos hagiográficos en el retrato del abogado Atticus Finch. Pero tanto la novela de Harper Lee como la película de Robert Mulligan ya tienen más de medio siglo y han pasado al olimpo de las obras venerables. Más o menos como el museo sobre aquella historia que los racistas recomiendan que visite el abogado negro que protagoniza Cuestión de justicia. Estoy de acuerdo que las buenas intenciones morales, el compromiso con los derechos civiles o simplemente con que el sistema judicial sea justo no hacen buena a una película. Pero tampoco la hace mala o sospechosa como le sucede a esta para buena parte de una crítica que no se si estéticamente será muy moderna, pero que política y éticamente me parece que muchas veces tiene alergia a lo que le huela a progresista. Tras Short Term 12 Destin Cretton no tiene nada que demostrar en cuanto a su capacidad para filmar con miradas múltiples y bien articuladas historias de gran calidad cinematográfica. Pero aquí ha decidido atenerse a los hechos y evitar requiebros formales en el relato de una historia verdadera que conmueve con las excelentes interpretaciones de Michael B. Jordan y Brie Larson y con un guión que, sin alharacas, tiene momentos extraordinarios, especialmente en algunas escenas en los juicios. Yo sé reconocer que el cine conservador, y hasta reaccionario, puede ser también muy bien cine (Mystic River es un buen ejemplo), pero estaría bien que algunos críticos no rechazaran algunas películas porque puedan resultar edificantes y hasta un poco progresistas. Sospecho que algunos tildarían de excesivamente moralizante a Senderos de gloria si no fuera ya una película venerable. Pero es que estar en contra de la pena de muerte y denunciar el mal (banal o sádico) en el ejercicio de algunos tribunales no es un error de cineastas como Destin Cretton. Es simplemente una cuestión de justicia.

domingo, 1 de marzo de 2020

Un gato en la pared

de Vesela Kazakova, Mina Mileva. Bulgaria, 2019. 92.
1 de marzo de 2020. Laboral Cinemateca, Gijón. V.O.S.

Irina es una arquitecta búlgara que trabaja como camarera en Londres y vive con su hermano y con su hijo en un barrio cutre. Un gato que aparece en el edificio y ellos acogen en su casa será el detonante de un conflicto con unos vecinos que tendrá consecuencias importantes. Sobre todo cuando el gato se esconda en un hueco de la pared.

El Londres brexitero y gentrificador es el contexto de esta historia pequeña que nos mete en la casa de una emigrante empeñada en vivir dignamente en una sociedad que quizá no merezca la buena voluntad de gentes como ella. Aunque por el naturalismo con que se retratan a estos nadies la película recuerda el estilo de Ken Loach, Vesela Kazakova y Mina Mileva no han querido convertirla en denuncia dirigida hacia arriba, sino que se limitan a mostrarnos conflictos horizontales en los que lo ideológico es más tácito que expreso. Quizá porque, más que plantear grandes tesis, lo que les interesa es retratar la cotidianidad de unas vidas cercanas en una ciudad ajena. Y eso beneficia a su película.