domingo, 30 de junio de 2013

Un invierno en la playa

de Josh Boone. EE.UU., 2013. 96’.
30 de junio de 2013. Cines Ocimax, Gijón.


Una familia de escritores con problemas sentimentales. Bill Borgens es un novelista de éxito que lleva tres años separado de su mujer, pero no la da por perdida. Su hija Samantha es una promiscua militante a la que Lou, un chico con el que comparte gustos literarios, le hará abandonar esa causa. Y Rusty, el apacible hijo menor, también hace sus pinitos con la escritura mientras vive su primer amor.

Entre dos días de Acción de Gracias pasa un año, no Un invierno en la playa. Y es un año decisivo para estos escritores atascados en el amor (por ahí va el título original de la película). Ellos forman una familia muy maja con una casa envidiable junto al mar. Su carácter, sus pasiones, sus miedos y los consejos que intercambian, los acercan a ese arquetipo de familia culta y tolerante de la Costa Este que tanto juego da en el cine. Tras un planteamiento impecable, la historia tiene algún bache en el nudo (el incidente tras la presentación del libro de Samantha parece de teleserie). Pero se compensa con un desenlace dulce y con momentos estupendos como las apariciones de la vecina Tricia con sus consejos de "follaamiga" o la llamada de Stephen King a Rusty. El extraño título de la versión española parece sugerir una mirada a lo Rohmer (como los suyos, estos personajes también hablan bastante y viven bien). Pero el tono de esta agradable película escora más hacia la comedia americana que hacia las historias dialogadas del genial maestro francés.

sábado, 29 de junio de 2013

Populaire

de Régis Roinsard. Francia, 2012. 111’.
29 de junio de 2013. Cines Marta, Avilés.


Ser secretaria es moderno. Eso piensa Rose Pamphyle que anhela ese destino para evitar el de esposa de un mecánico de pueblo. Practicando con la máquina de escribir de la tienda de su padre inicia una carrera que la llevará a ganar todas las competiciones de velocidad de tecleo. Para conseguirlo será fundamental Louis Echard, el jefe de la oficina que la contrata, el entrenador que la adiestra y finalmente el hombre de su vida.

Salvo por leves guiños al futuro ("solo una ley me impediría fumar en mi despacho", "teclear es algo que no solo harán las secretarias") esta película, ambientada a finales de los cincuenta
en Normandía, podría haber sido hecha realmente en aquella época. Y la podría haber protagonizado Audrey Hepburn (la foto en la habitación de Rose no es el único homenaje). De hecho, las situaciones, el guión y los personajes parecen salidos de una película clásica que se hubiera perdido y cuya copia restaurada viéramos ahora. En esta historia de mecanógrafas deportivas la relación entre el jefe/entrenador/galán y la secretaria/deportista/estrella recuerda a las de Pigmalion y Million Dollar Baby. Como aquellas también habla del adiestramiento como sublimación del amor. Y lo hace siguiendo la amable previsibilidad de la primera y evitando el dramatismo moral de la segunda. Apta para todos los públicos, Populaire (la marca de una máquina de escribir rosa que es casi una metáfora de la propia historia: clásica, rosa y popular) se deja ver con el mismo agrado con que vemos las reposiciones televisivas de cierto cine ingenuo que se hacía cuando aún no habíamos nacido.

miércoles, 26 de junio de 2013

Turistas

de Ben Wheatley. Reino Unido, 2012. 89’.
25 de junio de 2013. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.
 

Una semana de turismo en caravana por Inglaterra. Los que viajan son Chris y Tina, una pareja que mata sin motivo mientras recorre lugares con encanto. 

En menos de un mes dos películas me han llevado de viaje por carreteras inglesas. En The trip los buenos restaurantes eran los hitos de un periplo amable en el que los protagonistas conversaban y hacían chorradas. Las que hacen estos Turistas son mucho más violentas. El paisaje es igual de bonito, pero el paisanaje es más rústico en esta película. Es como si Tarantino le hubiera robado unos personajes a Ken Loach y se los llevara de viaje en una caravana.

lunes, 24 de junio de 2013

Inch’Allah

de Anaïs Barbeau-Lavalette. Canadá, 2012. 101’.
23 de junio de 2013. Cines Marta, Avilés.


Chloé es una médica canadiense que vive en Israel y atiende a mujeres embarazadas palestinas al otro lado del muro. Allí conoce de cerca algunos acontecimientos dramáticos que la desequilibran y la llevan a involucrarse en acciones que tendrán terribles consecuencias.

Inch’Allah se acerca al drama de los palestinos con bastante menos acierto (cinematográfico, pero también moral y político) que la reciente Una botella en el mar de Gaza. Si en la película francesa de Thierry Binisti predominaba el matiz, el equilibrio y la comprensión de la complejidad de ese conflicto para denunciar lo más importante, sus efectos en la vida de las personas, en la canadiense se apuesta por dar protagonismo a la mirada de esta forastera que unas veces parece ingenua y otras algo histérica. En todo caso, merece ser destacada la forma en que esta película muestra la miseria que genera ese muro, que no es solo el de la vergüenza israelí, sino también la del mundo que lo ha consentido.

jueves, 20 de junio de 2013

Desayuno con diamantes

de Blake Edwards. EE.UU, 1961. 115’.
19 de junio de 2013. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Holly Golightly es una joven fascinante que tiene como vecino a Paul Varjak, un escritor que solo ha publicado un libro. Ella quiere casarse con algún hombre adinerado y él vive mantenido por una mujer madura. Pero los dos acabarán sabiendo que tienen al lado la felicidad.

Moon River y Audrey Hepburn. Es decir, cine. Verla a ella en pantalla grande (oyéndola en versión original) y disfrutar de esa maravillosa música de Henry Mancini ha sido un placer. Los cincuenta años de la película han merecido esta versión restaurada en 2011 que nos ha permitido disfrutarla como la pudieron ver en su estreno. La elegancia de los personajes (también la de José Luis de Vilallonga en el papel de guaperas brasileño) y los universos de esos apartamentos y de ese Manhattan noble con epicentro en la Quinta con la 57, componen un icono cinematográfico inolvidable. En estas versiones tan impecables el cine clásico aún parece más cine.

miércoles, 19 de junio de 2013

El impostor

de Bart Layton. Reino Unido, 2012. 99’.
18 de junio de 2013. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.


En 1998 apareció en Linares un joven que se hizo pasar por Nicholas Barclay, un adolescente tejano que había desaparecido cuatro años antes. Su familia no advirtió la impostura y acogió sin saberlo a Frédéric Bourdin, un joven francés que ya había adoptado otras identidades falsas.

El domingo pasado se repuso en televisión El intercambio, de Clint Eastwood. El drama de esa madre es obvio: por más que otros se empeñen, ella sabe que ese no es su hijo. La familia de Nicholas Barclay no lo tuvo tan claro. O sí. Porque quizá tuvieran otras razones para aceptar
el engaño. Una vez más, la estructura clásica del documental es un soporte narrativo eficaz cuando la historia real es tan sorprendente que parece de ficción.

martes, 18 de junio de 2013

La nostra vita

de Daniele Luchetti. Italia, 2010. 98’.
17 de junio de 2013. Cines Marta, Avilés.


Dos muertes inesperadas cambian la vida de Claudio. Un vigilante rumano sufre un accidente en su obra. Después su mujer muere durante su tercer parto. Él reacciona compensando la culpa y el dolor con una intensa ambición.

La nostra vita no es dulce. Muestra las miserias de una Italia que se construye (y se destruye) con dinero negro, corrupción y trabajo ilegal. El error de Claudio se justifica por un vacío familiar y será precisamente el apoyo familiar lo que finalmente le salve. Tristes (y conservadoras) conclusiones si pretenden ser también diagnóstico (y pronóstico) de lo que está pasando.

lunes, 17 de junio de 2013

Weekend

de Andrew Haigh. Reino Unido, 2011. 96’.
16 de junio de 2013. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.

Un encuentro en la noche de un viernes es el inicio de un amor con final marcado: uno de los amantes dejará ese domingo Nottingham y se irá a vivir a Estados Unidos.

Una bella historia de amor con plazo fijo (como Antes del amanecer o Antes del atardecer). Unos personajes que se quieren y a los que esos magníficos actores nos hacen querer. Y al final, una emocionante despedida en un andén. Pero la película no es solo una historia de amor. Además de emocionar también da que pensar. El espectador puede pensar, por ejemplo, en la incomodidad que sentirán Tom Cullen y Chris New en las escenas de sexo, olvidando que en ese tipo de situaciones quizá lo incómodo para  actores y actrices sea llegar a sentir lo que solo deberían interpretar. O pensar también que estos amores parecen necesitar más análisis que los otros y por eso no extrañe que, como sucede en Las sesiones, los amantes analicen (hablando, anotando o grabando) lo que han sentido en cada encuentro. Este Weekend muestra que la heterosexualidad se presupone (lo acabo de hacer con los actores) y que quien no la siente no tiene otro remedio que convertirse en militante o en clandestino. Por eso son tan evocadoras las imágenes de esas ventanas que, desde dentro y desde fuera, abren y cierran esta hermosa película.

domingo, 16 de junio de 2013

Stoker

de Park Chan-wook. EE.UU., 2013. 98’.
15 de junio de 2013. Cines Marta, Avilés.

India Stoker ve y oye lo que está lejos y nadie puede percibir. El día en que cumple dieciocho años su padre muere en un accidente. En el funeral aparece su tío Charlie, alguien que comparte sus obsesiones y que tiene facilidad para matar.

La neurosis obsesiva de India y su parentesco con la probable psicosis de Charlie condicionan su manera de percibir el mundo. Park Chan-wook nos la muestra en esta subyugante película que por momentos recuerda la mirada de David Lynch en Terciopelo azul.  La composición de cada plano, los enfoques y desenfoques de las imágenes (y de los sonidos), la estructura de las secuencias y el papel que en ellas juega la  música nos acercan a una forma de ver el mundo (la de India y la de Chan-wook) en la que un orden inquietante y una sensibilidad obsesiva parecen presidirlo todo. Tanto, que matar llega a ser erótico (como en la escena híbrida de la ducha y el asesinato) y fascinante (como las flores ensangrentadas que abren y cierran la película). Esa insistencia por la forma en que un gesto o un encuadre componen una belleza a la que no es ajena la sangre, me hace pensar que a Park Chan-wook bien podrían gustarle los toros. Donde otros solo ven muerte, los taurinos ven arte. Como en esta película. Su atmósfera no es menos peculiar que la de Amelie, pero la mirada de Chan-wook es a la de Jean-Pierre Jeunet lo que una corrida de toros a acariciar corderitos.

viernes, 14 de junio de 2013

Los ilusos

de Jonás Trueba. España, 2013. 93’. B/N
13 de junio de 2013. Centro Niemeyer, Avilés.

Cine de entretiempo. Entre noviembre de 2011 y junio de 2012 Jonás Trueba va quedando con algunos amigos para rodar pedazos de unas vidas ilusionadas. Alrededor del cine (y de los cines) se habla, se graba, se vive y se convive. Hay rótulos que organizan este cine fragmentario pero no se ocultan los hilvanes y las costuras. La vida y el cine (valga la redundancia) también se cuelan por ellas.

En Las ilusiones, el librito que ha publicado con las notas para esta película, Jonás Trueba habla de otra que a mi también me encantó: La vida útil de  Federico Veiroj. La muerte del cine es el motor de esa historia. El cierre de una cinemateca uruguaya deja sin trabajo (y casi sin vida) a Jorge, un hombre maduro que sale a la calle buscando una vida útil que inevitablemente le llevará de vuelta al cine. Montevideo es una ciudad hermosa de la que siente añoranza hasta quien nunca ha estado allí. Esa película lo refleja mostrando a la vez la ciudad y el lugar del cine en ella. Con Los ilusos sucede lo mismo. No es solo una película fragmentaria sobre un tiempo biográfico en unos lugares de Madrid, es casi el retrato de una ciudad y de un tiempo del cine. Su desaliño formal es su elegancia (como les pasa a Madrid y a Montevideo). Claquetas y sonidos se cuelan entre las imágenes añadiéndoles belleza e intención. La belleza que hay en la periferia de lo mostrado y la intención de buscar la ilusión en lo elusivo. La proyección llenó el cine del Niemeyer y la magia del lugar hizo especialmente grato el encuentro con el director y con dos de los actores (Francesco Carril y Vito Sanz). Los tres han venido a Avilés siguiendo esa curiosa estrategia de distribución que consiste en acompañar la única copia de la película allá donde se proyecta. Jonás reconoció el desequilibrio entre la indeterminación de la primera parte, hasta la escena de la canción, y la mayor definición de la segunda en la que hay una historia de amor incipiente. El resultado (muy equilibrado) se debe al propio proceso. Coral y tentativo en noviembre y más cuajado en primavera. Cine persiguiendo la vida e intentando mostrar en presente continuo unos tiempos con un futuro indefinido en el que nos gustaría poder evocar algún día un pretérito perfecto. Así son Los ilusos.

jueves, 13 de junio de 2013

7 cajas

de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori. Paraguay, 2012. 105’.
12 de junio de 2013. Centro Niemeyer, XII Certamen Nacional de Cortometrajes de Avilés. V.O.S.

Víctor trabaja en el mercado 4 de Asunción. Es un joven carretillero al que le encantan las pantallas. Las de las televisiones que muestran películas y las de los móviles que las graban. Con cien dólares podría comprar uno. Y eso es lo que le ofrecen por carretear siete cajas hasta nuevo aviso. Ese día y esa noche serán frenéticos en el mercado.

Un cambio de última hora en el festival de cortometrajes ha hecho que la película prevista (Nana, de Valérie Massadian) haya sido sustituida por estas 7 cajas. Así, en solo dos semanas he podido disfrutar de dos gratas sorpresas del cine paraguayo: Cuchillo de palo, el interesante documental de Renate Costa, y esta trepidante película de Maneglia y Schémbori. Un estrambótico secuestro,
una carnicería polivalente, un adolescente fascinado por las imágenes, una chica que no soporta el machismo, una policía escasa de coches, un parto imprevisto, una confusión entre lechugas y tomates, unos carretilleros salvajes y, sobre todo, ese mercado 4 son los elementos que se entretejen en esta atractiva película apta para todos los paladares cinematográficos. 7 cajas es popular en su contenido (la vida en ese mercado) y en su destinatario (el público palomitero y el cinéfilo). Y también honesta en su ambición de trascender lo local sin traicionarlo (ni siquiera en su lenguaje, mestizo entre el castellano y el guaraní). Es verdad que lo tortuoso de los callejones, las posiciones de la cámara y la agilidad del montaje recuerdan al estupendo Meirelles de Ciudad de Dios, pero a mi su tono híbrido entre el thriller y la comedia y sus personajes tiernos, salvajes o casposos me recuerdan por momentos al cine de Berlanga. Ojalá que a estos directores paraguayos les dé suerte el paralelismo que también se advierte entre el agradable final de su ópera prima y el más tenso de la de Amenábar. Como aquella Tesis estas 7 cajas tienen su motor en la fascinación por las imágenes. Y las de esta película merecen ser vistas en muchas pantallas.

miércoles, 12 de junio de 2013

Un contrato extraño

de Teresa Marcos. España, 2013. 60’.
12 de junio de 2013. Centro Niemeyer, XII Certamen Nacional de Cortometrajes de Avilés.

Olga contrata los servicios sexuales de David. Para los dos es la primera vez. En el primer encuentro solo hablan. Los dos comparten infancias duras con padres terribles. En el segundo, él promete cumplir cualquier deseo de ella. Olga le pide que mate a alguien. A cambio será suya. Ella cumple su parte esa noche, pero él cree que aceptar ese extraño contrato formaba parte del juego para el que había sido contratado.

Una directora, una cámara y dos actores no profesionales. Nada más. Sin guión previo Olga y David tienen dos encuentros en los que la tensión por el contrato de los personajes se combina con la que les provoca la cámara. Solo tienen un esbozo de la situación que interpretan. Así que hablan desde sus propias vidas. El sonido es pésimo, pero la idea es interesante. Aunque quizá podría haber quedado en un sugerente corto que tendría un buen final en esas voces que discrepan en la oscuridad sobre su extraño contrato. La película es netamente asturiana y la vemos en el marco del festival de cortometrajes que estos días se desarrolla en Avilés y que proyecta sus películas en el cine del Niemeyer.

martes, 11 de junio de 2013

El estudiante

de Santiago Mitre. Argentina, 2011. 124’.
11 de junio de 2013. Casa de la Cultura, Avilés.

Roque es un estudiante que no estudia. Pero aprende. De la mano de Paula, una joven profesora, y de Acevedo, un político veterano, entra y prospera en los entresijos propios de la conquista del poder. La vida universitaria es para él la forja (y antesala) de las habilidades (y debilidades) inherentes a la política.

En  noviembre de 2011 había visto El estudiante en el festival de Gijón, donde ganó el premio a la mejor película (injustamente compartido con Declaración de guerra de Valérie Donzelli: la argentina es mucho mejor). Entre el  sonido directo y los subtítulos en inglés me quedé con la impresión de que me había perdido parte de los diálogos. Así que me apetecía volver a verla y confirmar que el premio fue bien merecido. La teoría política en el aula y su práctica fuera de ella se conjugan en esta historia que documenta el ascenso de Roque en el movimiento estudiantil. Él es un animal político (en el sentido de Maquiavelo, no solo en el de Aristóteles) y sabe que sin cierto pragmatismo el radicalismo es inútil. Pero no todo vale para él. Su límite es la traición. Por eso tiene en cuenta la lección de aquel amigo de Acevedo que ironizaba sobre quienes cebando mate y asintiendo llegan a ser ministros. Roque se lo impedirá a quien le ha traicionado. Y lo hace en esa magnífica escena final en la que ceba mate pero dice no. El realismo político, pero también la ética y la estética de la política, se develan en esta interesante historia sobre temas bien próximos a los que aborda Spielberg en su última película. Las distancias entre un presidente y un estudiante, entre el siglo XIX y el XXI o entre Washington y Buenos Aires se quedan en nada si de lo que se trata es de mostrar (brillantemente) el ejercicio del poder.

lunes, 10 de junio de 2013

Llende

de Luis Argeo y Ramón Lluis Bande. España, 2013. 53’.
9 de junio de 2013. Centro Niemeyer, Ávilés.

En esa franja entre los ríos Navia y Eo en la que los asturianos hablan gallego, se retrata a catorce personas de la edad tardía. Cada una de ellas se queda quieta un rato, se presenta brevemente y cuenta algo de su vida.

Plano fijo de cuerpo entero en silencio. Plano fijo de manos que hacen algo. Primer plano de un rostro callado. Luego con la voz en off del retratado. Plano fijo del personaje en silencio en su entorno. Por fin la voz y el rostro emparejados. Para terminar plano fijo de paisaje sin figura. La secuencia, dividida en cuatro ciclos, se repite catorce veces. Y la estructura se hace rígida, casi mecánica. Llende se presentó hace unos meses en el segundo festival online de cine español al margen. Ahora la presenta aquí Ramón Lluis Bande. En el coloquio posterior dijo que pretende ser testimonio de una identidad (la asturiana) en declive. Casi un canto del cisne. Y a juzgar por el escaso público asistente debe tener razón. Llende no atrajo a los cinéfilos, pero tampoco a los asturianistas. Mientras la veía me acordaba de otra reivindicación (más universalista) de esas tierras de frontera. La que hizo Juan Cueto poniendo texto y voz a aquel magnífico documental sobre los Oscos de la serie Los trabajos y los días.

domingo, 9 de junio de 2013

Noche de vino y copas

de Ole Christian Madsen. Dinamarca, 2011. 99’.
8 de junio de 2013. Marta, Avilés.

Un enólogo danés viaja a Buenos Aires con su hijo adolescente para (intentar no) firmar el divorcio de su mujer, que vive allí con un futbolista del Boca.

Con Vicky Cristina Barcelona Woody Allen casi creó un género muy reconocible en el que ciudades tan icónicas como Barcelona,  París o Roma (y antes Londres) son los escenarios de enredos sentimentales entre locales y forasteros. Madsen parece anticiparse a una (más que deseable) visita del neoyorquino a Buenos Aires y despliega allí todos los resortes de ese tipo de cine: estampas urbanas, tópicos humanos, ironías culturales, música chispeante, voz en off (creo que hasta el doblador es el mismo).  Supongo que quienes critican esas películas del maestro (yo no) ven en ellas lo que yo he visto en esta del discípulo. Si no fuera por lo mucho que me gusta Buenos Aires y porque no he dejado ni un momento de reconocer lugares que me encantan de esa ciudad, la película me habría parecido bastante menos que menor. En Buenos Aires el verano es en enero, cuando hace tanto frío en Nueva York. ¿Lo sabrá Woody? Después podría ir a Río, a Lisboa, a La Habana… Son ciudades en las que también hace calorcito en verano y que aportarían mucho color a esas deliciosas historias suyas.

sábado, 8 de junio de 2013

15 años y un día

de Gracia Querejeta. España, 2013. 96’.
7 de junio de 2013. Parqueprincipado, Lugones.

Jon es un adolescente insolente. Tras ser expulsado del colegio, su madre decide enviarlo con su abuelo Max para que le temple. Un violento incidente en el que muere un joven ecuatoriano pondrá a prueba a esa familia

Aunque no las reseñé aquí porque eran cortometrajes, hace unas semanas pude ver en el Valey varias películas de temática social (como la magnífica A new way of life de Mikel Mas). Entre ellas estaba Fracaso escolar, un corto de Gracia Querejeta en el que Adriana Ozores se las veía con este Arón Piper que perdía todos los autobuses. La buena impresión que me causaron esos ocho minutos me hacían esperar que este quinceañero sería un buen contrapunto para esa estupenda actriz que es siempre Maribel Verdú. Pero la inspiración de Gracia Querejeta en aquel corto se pierde en estos 15 años y un día. La película me deja la sensación de que se quiere reivindicar a esta (¿arquetípica?) familia vasca que, a pesar de su dificultad para expresar sentimientos, tendría nobleza y hondos valores. Así, acaba disculpándose el mal rollo y el machismo precoz de ese adolescente (uno de los nuestros) al que se quiere distinguir de esos jóvenes latinos marcados (no solo) con cicatrices y tatuajes. Seguramente Gracia Querejeta no quería ser conservadora en su visión de la familia ni levantar una frontera moral entre los nuestros (el buen Jon) y los otros (los ecuatorianos malos). Pero algo de eso destila su historia.

viernes, 7 de junio de 2013

Viola

de Matías Piñeiro. Argentina, 2012. 65’.
6 de junio de 2013. Centro Niemeyer, Avilés.

Unas actrices interpretan una obra de Shakespeare sobre sentimientos amorosos. Después de la función tratan de interpretar sus propias relaciones sentimentales. Esas interpretaciones se cruzan con la vida de Viola, una joven que vende películas pirateadas.

El cine se distribuye en bicicleta en esta película. Metrópolis es el nombre del negocio de esa Viola que, vendiendo películas a domicilio, entra en contacto con esas actrices/amigas que se las ven con la Viola de Noche de Reyes.  La realidad y la ficción se hilvanan en esta historia con la sutileza de un juego. Las escenas de los diálogos de Shakespeare  (en el escenario y fuera de él) son casi declaraciones de amor (al cine y al teatro). Como la de esas amigas que, mientras la Viola de Metrópolis está llamando a la puerta, enredan sus rostros con las palabras de la Viola de Shakespeare. Piñeiro demuestra en esta corta película su buen hacer con los textos, las imágenes y los actores. Y también con sus amigos. En el coloquio que siguió a la proyección, el director argentino insistió en la importancia de la intimidad con su equipo para crear las atmósferas que necesitaba su película (los primeros planos tan expuestos, el diálogo del coche tan fluido, la canción final tan desafinada...) Ojalá veamos pronto aquí su anterior Rosalinda y también esa tercera película con la que Piñeiro completará su trilogía de mujeres shakesperianas con acento porteño. Delicioso acento. Y delicioso cine del otro lado del charco el que últimamente podemos disfrutar en el Niemeyer con solo cruzar la ría.

miércoles, 5 de junio de 2013

El cosmonauta

de Nicolás Alcalá. España, 2013. 79’.
4 de  junio de 2013. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.

En los años setenta un cosmonauta soviético llega a la Luna. Luego no consigue regresar a la Tierra. O lo logra pero la encuentra deshabitada. Los mensajes grabados de ese periplo enigmático evocan y afectan al triángulo amoroso truncado por ese viaje fallido.

Los tiempos y los lugares de las gestas espaciales soviéticas están motivando proyectos muy singulares en el cine español reciente. Chaika nos lleva a aquellos espacios desolados para contar una áspera historia existencial. El cosmonauta nos sitúa en los tiempos de aquellos perdedores para imaginar un viaje soviético a la Luna con inquietante regreso doble. La película está inspirada en una idea de Joan Fontcuberta. En la exposición que vimos hace unos años en el Palau de la Virreina, entre otros geniales proyectos suyos, estaba el de un imaginario cosmonauta cuyo fracasado viaje espacial habría sido borrado de la historia soviética (Fontcuberta logró incluso engañar a los embaucadores de “Cuarto Milenio” que dedicaron al caso uno de sus programas). Con esa inspiración y el pedigrí que le da ser un proyecto de micromecenazgo, El cosmonauta podría haber sido una excelente película. Está hecha de planos impecables que separados resultan muy poderosos. Pero en la película predomina ese tono evocador y elusivo que hace tan malo (en conjunto) al (por partes) buen cine del último Malick. Más Fontcuberta y menos Malick habría sido la fórmula para hacer con esas excelentes estampas, tan bien musicadas, una buena película. En cuanto al idioma, la versión que vimos estaba en inglés. Y lo cierto es que habría chocado menos oír a esos rusos hablando en catalán que haciéndolo en la lengua de sus adversarios. Con lo bien que debía sonar en ruso.

lunes, 3 de junio de 2013

El gran Gatsby

de Baz Luhrmann. Australia, 2013. 143’.
2 de junio de 2013. Cines Marta, Avilés.

Nick Carraway evoca el verano en que conoció a Gatsby, un tipo inmensamente rico que parece el paradigma del hombre hecho a si mismo. El lujo y la ostentación en la que vive esconden su deseo de recuperar a Daisy, su antiguo amor que ahora está casada con uno de los hombres más poderosos de la ciudad.

Un rayo verde frente a su mansión en Long Island simboliza para Gatsby la esperanza de que el futuro le devuelva ese amor que antes no pudo tener. Pero esa luz resultará tan inalcanzable como el sueño de enviar a contracorriente barcos hacia el pasado del que hablaba Fitzgerald al final de su novela. La versión de Luhrmann de esta icónica historia neoyorquina es tan espectacular como su (a veces mareante) Moulin Rouge parisino. Además de una ocasión para volver a disfrutar con el trabajo de ese magnífico actor que es Leonardo Di Caprio, esta película sobre aquellos tiempos de burbujas y esplendor quizá nos ofrece una metáfora de los nuestros. Que la música sea anacrónica los acerca más a un presente en el que también parece que el mejor futuro ya quedó atrás.