jueves, 26 de julio de 2018

Whitney

de Adam Wiltzie. Reino Unido, 2018. 120’.
26 de julio de 2018. Cines Los Prados, Oviedo.

La vida de Whitney Houston. Desde sus comienzos musicales con su madre en Newark hasta el éxito superlativo cuando cantó el himno de Estados Unidos o protagonizó El guardaespaldas. Y también el declive que la llevó a la muerte con solo 48 años.

Los documentales sobre cantantes con finales prematuros suelen ser muy interesantes. Incluso aunque uno no tenga especial interés por su obra. La abundancia de filmaciones diversas permite hacer recapitulaciones soberbias como la de Asif Kapadia sobre Amy Winehause o la de Alexis Morante sobre Camarón. Y también películas menos originales pero más que interesantes como la de Tom Volf sobre María Callas o la de Thorsten Schütt sobre Frank Zappa. La de Adam Wiltzie sería de estas últimas ya que el dispositivo es bastante clásico (con bastantes declaraciones sentadas, principalmente de su familia y entorno más íntimo), pero también contiene muchas filmaciones que nos acercan al personaje. Es verdad que se le da más importancia a las vicisitudes personales que a su trayectoria musical (en esto el de Amy Winehause era mucho más equilibrado y también más fascinante), pero las dos horas de la película se ven con interés y no se hacen largas.

miércoles, 25 de julio de 2018

No te preocupes, no llegará lejos a pie

de Gus Van Sant. EE.UU, 2018. 114’.
25 de julio de 2018. Cines Los Prados, Oviedo.

El joven John Callahan se emborrachaba continuamente hasta que un día tuvo un grave accidente que lo dejó tetrapléjico. Aún así siguió bebiendo, hasta que con un grupo de ayuda mutua y entregándose a su pasión por el dibujo de viñetas para la prensa consiguió superar su alcoholismo y recuperar las ganas de vivir.

Gus Van Sant cuenta con buen tino esta historia de superación personal que tenía todos los mimbres para convertirse en melosa. Sin embargo, una bien trabada articulación del relato, que incluye las propias viñetas que Callahan dibujaba, hace que la historia no sea obvia y resulte interesante. Por lo demás, da gusto ver al camaleónico Joaquin Phoenix (aquí de pelirrojo subido) en prácticamente todos los planos de la película. Sin duda, sería muy distinta si no estuviera él.

martes, 24 de julio de 2018

La revolución silenciosa

de Lars Kraume. Alemania, 2018. 111’.
24 de julio de 2018. Cines Los Prados, Oviedo. V.O.S.

En 1956 los alumnos de un aula de secundaria del Berlín oriental deciden hacer un minuto de silencio en solidaridad con las victimas de la revuelta en Hungría contra la ocupación soviética. Es un gesto mínimo que tendrá graves consecuencias para todos ellos.

La estupenda ambientación en un Berlín en el que todavía no se había levantado el muro y un trasfondo ético que trasciende la incertidumbre de ese contexto político hacen que La revolución silenciosa me haya recordado a otra película sobre los tiempos de la Guerra Fría que también mostraba la ecología moral de unos alumnos y unas familias que, desde un aula, se enfrentaban y sufrían la furia de un poder totalitario. Me refiero a La profesora, la estupenda película de Jan Hrebejk, con la que la de Lars Kraume comparte muchas cosas (excepto la vertiente cómica que aliviaba aquel drama eslovaco y que no está presente en esta historia alemana). La sombra del pasado, la ingenuidad de algunas rebeldías y los dilemas que enfrentan a la delación con la supervivencia se dan cita en esta estupenda película basada en hechos reales que nos muestra cómo el totalitarismo construye y destruye a unos enemigos que ni siquiera tenían plena conciencia de serlo. La revolución silenciosa es una historia pequeña pero una lección grande.

sábado, 21 de julio de 2018

Happy End

de Michael Haneke. Austria, 2017. 110’.
21 de julio de 2018. Cines Ocimax, Gijón.

Una niña de doce años graba en su casa videos inquietantes (las rutinas en un baño, el envenenamiento de un hámster, una mujer que ha tomado pastillas). Tras el aparente suicidio de la madre irá a vivir a la mansión de la familia paterna. Él padre tiene ahora un hijo pequeño con otra mujer y también tiene una amante. Su tía dirige la empresa familiar. Y el abuelo tiene principios de Alzheimer y muchas ganas de suicidarse. También la niña lo intenta.  

Haneke nos presenta las relaciones de esta familia de modo bastante fragmentario. Los tres videos iniciales, además de un prólogo, son una declaración de que deberá ser el espectador quien intente (y quizá no consiga) atisbar las intenciones de unos personajes que poco a poco se van definiendo. La historia no es compleja pero sí desangelada y perturbadora. Uno quiere compadecer a esos personajes a los que, sin faltarles nada, parecen afectivamente maltrechos. Pero intuye que, además de una historia de intimidades tristes, Haneke está haciendo un retrato más sintomático. De hecho, el agujero existencial al que los personajes se asoman está bien simbolizado por ese inmenso hueco excavado por la constructora familiar cuyos bordes se desmoronan. La familia vive en Calais, no lejos de ese túnel en el que casi termina Europa y que explica la presencia de esos inmigrantes que en dos escenas magníficas (la segunda parece un homenaje a Buñuel) hacen de contrapunto de esta familia burguesa. Para este irónico Happy End, que parece hablarnos de eutanasias y suicidios no solo personales, Michael Haneke cuenta con las magníficas interpretaciones de una jovencísima Fantine Harduin, de Isabelle Huppert y sobre todo de un Jean-Louis Trintignant extraordinario (seguramente en su último trabajo). En la magnífica escena de la conversación con la niña su personaje conecta esta historia con la de Amor. Así que Happy End resulta una película inquietante, emotiva, desangelada, compleja, simple, luminosa, sombría, humana y pesimista. Un Haneke distinto. Pero también puro Haneke.

martes, 17 de julio de 2018

Mary Shelley

de Haifaa Al-Mansour. EE.UU., 2017. 120’.
17 de julio de 2018. Cines Los Prados, Oviedo. V.O.S.

La juventud de Mary Wollstonecraft Godwin. Desde su adolescencia en casa de su padre hasta el reconocimiento de la autoría de su Frankenstein. Vemos la relación que tuvo en esos años con Percy Shelley, con su hermana y también con Lord Byron. En Escocia, en Ginebra y sobre todo en Londres.

Haifaa Al-Mansour nos contó una magnífica historia en La bicicleta verde. Todo en aquella película tenía fuerza porque su directora supo dotarla de una notable coherencia entre el relato y la forma. Pero, como Isabel Coixet con La libreria, parece que Haifaa Al-Mansour ha sucumbido al embrujo de lo británico. Tanto que casi ni nos damos cuenta de que una parte crucial de la historia sucede en Suiza.  Las ambientaciones están cuidadísimas y eso se agradece, pero la musicalización está subrayadísima y eso se hace insoportable. Creo que Al-Mansour se ha confundido de romanticismo y, aprovechando el tirón de aquella escritora, ha creído que lo mejor era armar un melodrama muy británico, una historia muy romántica pero en el otro sentido. Las buenas historias (no solo en el cine) no se sostienen solo porque sean verdaderas. Son buenas cuando deja de importarnos que sus protagonistas hayan existido. Y este no es el caso.

sábado, 7 de julio de 2018

Jefe

de Sergio Barrejón. España, 2018. 90’.
7 de julio de 2018. Cines Ocimax, Gijón.

El jefe solo tiene una semana para evitar su empresa quiebre. Y también su matrimonio. Como no puede volver a casa,  a los días de broncas con su consejo de dirección les siguen noches de complicidades con una limpiadora colombiana a la que van a despedir. Las cosas se van torciendo día a día, pero finalmente descubre la trama que lo explica todo.

A la vista del cartel era muy poco probable que me animara a ver esta película que tenía todos los boletos para estar llena de tópicos vergonzantes. Sin embargo, había leído que Luis Callejo estaba estupendo en este personaje de jefe ibérico y efectivamente es así. Jefe es mucho más (y mucho mejor) que esas películas americanas y francesas que abundan en nuestras carteleras en las que hacer comedia se reduce a yuxtaponer tópicos. De hecho, yo diría que esta película no es una comedia. Es más bien un entretenido juego en el que, sin salir nunca de esa empresa  (solo en la estupenda escena inicial), se le saca bastante partido a los arquetipos de despacho. Es una cuenta atrás que, sin muchas pretensiones, le da mil vueltas a esas otras películas que, con carteles tan malos como este, tienen aseguradas varias semanas en nuestros cines.

martes, 3 de julio de 2018

Tully

de Jason Reitman. EE.UU., 2018. 94’.
3 de julio de 2018. Cines Los Prados, Oviedo. V.O.S.

Su tercera maternidad le pone las cosas difíciles a Marlo. Atender a la niña mayor y al niño que tiene tantos problemas hace que la recién nacida la deje sin descanso. Así que la llegada de Tully, la niñera que le paga su hermano, resulta providencial para ella. Tully es una joven deliciosa con toda la vida por delante y muchas ganas de hacérsela fácil a Marlo. Como un ángel de la guarda especialmente cercano. 

El director de Juno, Up in the Air y Hombres, mujeres y niños no lo podía hacer mal. Y contando con una Charlize Theron magnífica en ese papel de madre superada estaba claro que había que ver la nueva película de Jason Reitman. Sin embargo, el resultado es aún mejor de lo esperado. No solo por el magnífico personaje de Marlo y su radical proximidad con esa Tully que no puede ser mejor aliada, sino también por esos niños peculiares y deliciosos, por ese marido que no resuta mostrenco y por esos extraordinarios retratos escolares que Reitman nos regala en apenas tres escenas mínimas. Leyendo la sinopsis o sabiendo el tema del que trata (maternidades, familias y vida americana) Tully podría parecer una película de género llena de tópicos. Pero no es así. Un montaje perfecto, unos personajes de ironía y ternura variables y un guión magnífico (que en su tramo final se reconstruye haciendo aún más perfecto el conjunto que sus muy deliciosas partes) hacen que la última película de Reitman sea absolutamente imprescindible. Lo será para padres y madres que estén viviendo (o recuerden) esos trances. Pero sobre todo para quienes disfruten con un tipo de cine que es fácil y emotivo pero también muy lúcido y muy bien hecho. Bien por Jason Reitman.

En la playa de Chesil

de Dominic Cooke. Reino Unido, 2017. 110’.
3 de julio de 2018. Cines Los Prados, Oviedo.

Florence y Edward llegan vírgenes al matrimonio. Vemos las muchas cosas que les unen antes del día de la boda. Y vemos también ese difícil momento en el que no saben qué hacer esa noche. Su fracaso será dramático porque no tendrá retorno.

La historia previa y la jornada de la boda están bien contadas. Y es especialmente destacable la escena en la playa. Sin embargo, la película se habría quedado en poco si (como debería) terminara ahí y nos dejara imaginar el futuro de unos personajes que se nos presentan no como patéticos sino como trágicos. Ian McEwan y Dominic Cooke debieron pensar eso mismo cuando decidieron añadir los dos epílogos. El primero, con la hija de Florence comprando un disco en la tienda de Edward, aporta poco y escora hacia el tópico. Pero el segundo, con un Edward anciano llorando en el patio de butacas durante el último concierto de Florence, resulta más que prescindible. Una lástima, porque los dos actores están muy bien y el drama de ese amor asexuado podría dar para más.

lunes, 2 de julio de 2018

Casi 40

de David Trueba. España, 2018. 87’.
2 de julio de 2018. Cines Los Prados, Oviedo.

Él vende ahora cosméticos ecológicos. Ella hace tiempo que dejó su carrera de cantante. Los dos pasarán unos días juntos por tierras extremeñas y castellanas. Es una pequeña gira que él ha organizado para que ella cante en librerías y bares con encanto. Y será una oportunidad para que los dos recuerden su amor adolescente.

David, Jonás y el tiempo. Sería un buen título para un ciclo sobre los últimos trabajos del tío y el sobrino en los que hay conversaciones, viajes en furgoneta, canciones que se cantan completas, garitos y librerías entrañables y también reencuentros con amores tempranos. Todos esos mimbres me encantan (especialmente los que los dos comparten con Richard Linklater, ese otro Trueba americano). Así que veo con especial agrado esta película de palabras y de paisajes. De diálogos casi rohmerianos en los que uno se siente siempre concernido y de lugares deliciosos que siento especialmente míos. Las dos primeras ciudades por las que pasan estos ruteros plácidos son Plasencia y Salamanca. Y las dos primeras librerías en las que ella canta son La Puerta de Tanhäusser y Letras Corsarias. Así que ya solo faltaba que hubieran pasado por Béjar y se tomaran una caña en La Alquitara para que sintiera que el Todas las canciones hablan de mi de Jonás o El todo me recuerda a ti de David tuvieran un significado aún más especial para mi. Casi 40 es una película apta para todas las edades en la que, además de mucha ternura, David Trueba permite que sus personajes (sobre todo él) se desquiten contra esas maneras imbéciles de vivir determinadas edades que parecen creer que no existen otras. Así que a la espera de ese ciclo sobre el tiempo y los Trueba (por ejemplo, en el Teatro Cervantes durante la Semana de Cine Español de Béjar) me dispongo a disfrutar como todos los años de esos lugares de película que tanto me gustan desde hace bastante más de cuarenta.

domingo, 1 de julio de 2018

Los perros

de Marcela Said. Chile, 2017. 94.
1 de julio de 2018. Cines Renoir Princesa, Madrid.

Mariana vive la vida plácida propia de la alta burguesía chilena. Es hija de un potentado y está casada con un argentino con el que aún no tiene hijos. Últimamente toma clases de equitación con un hombre maduro que le interesa especialmente. Es un coronel retirado al que van a procesar por lo que hizo en tiempos de la dictadura. A ella esta situación la atrae. Quizá porque quiere conocer qué responsabilidades tuvo en todo aquello su propia gente. 

Los perros son importantes en esta historia que vemos desde el punto de vista del personaje que interpreta magníficamente Antonia Zegers. Los perros son también esos hombres (su padre, su marido, el coronel...) que dominan y atraen a esta mujer cobarde pero atrevida, ignorante de lo que pasó pero interesada por conocerlo, fascinada por un mal que a la vez le repugna y finalmente tan conservadora como desleal hacia su estirpe. Marcela Salid nos sitúa en este punto de vista complejo para mostrarnos el interior radical de unas clases altas chilenas que ya retrató magistralmente desde la mirada de una joven en El verano de los peces voladores, su primer largo de ficción que tuvimos la suerte de ver hace cinco años en el Festival de Gijón. Así que ha sido un lujo encontrarnos ahora en Madrid con esta nueva película suya que, además de mostrarnos, con un elenco perfecto, las intimidades y vergüenzas de las élites chilenas, adopta el punto de vista de ese personaje complejo que le va tan bien a Antonia Zegers. Buen guión, buenos actores y buena dirección. ¿Qué más se puede pedir? Solo una cosa: que podamos ver pronto en España lo próximo que haga Marcela Said.