28 de febrero de 2020. Cines Parqueastur, Avilés.
Cecilia huye una noche de la casa del hombre que la maltrata. Tras refugiarse en la de un amigo, no se acaba de creer la noticia de que se ha suicidado. Él era un investigador en tecnologías ópticas y estaba trabajando sobre la invisibilidad. Cecilia piensa que ha tenido éxito en su proyecto y ha simulado el suicidio para seguir maltratándola.
El clásico de H.G. Wells inspira lejanamente esta historia que funciona eficazmente como suspense entretenido pero que tiene su mayor virtud en la indagación sobre el miedo que una mujer puede sentir hacia un hombre que para ella es temible y que nosotros apenas vemos (y no solo porque la mayor parte de sus apariciones sean en formato invisible). En esto me ha recordado la magnífica primera escena de La por de Jordi Cadena. También me parece muy interesante esa escena que muestra la pérdida total del crédito de las personas con enfermedades mentales que me ha recordado el contenido del magnífico artículo que publicó ayer Sara Mesa en El País. Tan solo ese final discutible (el único quizá posible para que la protagonista se sienta a salvo) me parece que desequilibra un poco una película que está siempre en el filo de la navaja de la verosimilitud y los tópicos, pero que no cae en ellos. Aunque bien pensado, ese final da lugar a cierta discusión a la salida, así que seguramente está bien que me parezca discutible.