28 de septiembre de 2013. Parqueastur, Corvera.
Dos parados y un niño que acaban de asaltar un "Compro Oro" en la Puerta del Sol huyen hacia Francia con un taxista y uno de Badajoz. Les persiguen la ex mujer de uno de ellos y dos policias. Todos acaban en Zugarramurdi, un pueblo navarro en el que unas brujas preparan un akelarre. Con ellos.
Son todas unas brujas. Ese es uno de los hilos conductores de este nuevo ejercicio de humor/terror trepidante de Alex de la Iglesia. Porque Las Brujas de Zugarramurdi es, entre otras muchas cosas, una película de género. Mejor dicho sobre género (femenino). Los reproches, los temores y los deseos de ellos hacia ellas articulan un guión hilarante desde el genial atraco madrileño hasta la llegada a Zugarramurdi. Pero allí son ellas, las muy brujas, quienes se desquitan en uno de esos finales barrocos a los que Alex de la Iglesia nos tiene acostumbrados. La redención ceremonial corre a cargo de una inmensa Venus de Willendorf que, con empaque de King Kong, se come al niño y lo pare de nuevo para hacerlo más andrógino y más hijo de bruja. Así que Alex de la Iglesia vuelve a hacerle mucho bien a la taquilla del cine español, a lo políticamente incorrecto y hasta al turismo navarro.