jueves, 23 de agosto de 2018

Siempre juntos

de Gustavo Pizzi. Brasil, 2018. 95.
23 de agosto de 2018. Cines Groucho, Santander.

Irene es una madre superada. Sobre todo ahora que al mayor de sus hijos lo han fichado para jugar al balonmano en Alemania y que su hermana y su sobrino han venido a vivir con ellos porque su cuñado la maltrata. Los dulces momentos cotidianos en la deteriorada casa familiar, los afanes de su buen marido por conseguir algún negocio que les permita salir adelante y los chapuzones veraniegos de los niños en la casa de la playa apenas la ayudan a levantar el ánimo en este tiempo de espera. Ella teme que el viaje del hijo adolescente sea para siempre.

Los mimbres son estupendos. Hay buenas interpretaciones, una historia bien trabada, momentos infantiles bien filmados y bastante cuidado para evitar que se cuelen los resortes fáciles del sentimentalismo familiar. Sin embargo, aunque las entiendo, no consigo sentir las emociones que debería despertar Siempre juntos. Noto más distanciamiento del que quisiera con una historia que avanza sin sorpresas. Para mi eso suele ser una virtud, pero aquí no me lo parece. Quizá sea por ese doblaje innecesario y distanciador. Creo que si la hubiera visto en versión original las sensaciones habrían sido mejores. Bastante mejores.

lunes, 20 de agosto de 2018

El viaje de Nisha

de Iram Haq. Noruega, 2017. 106’.
21 de agosto de 2018. Cines Ocimax, Gijón. V.O.S.

Nisha es una adolescente noruega de familia pakistaní. Una noche su padre descubre un chico en su habitación y decide enviarla a casa de sus tíos en Pakistán para que aprenda a acomodarse a las formas de vida tradicionales. Ella no se adapta y las cosas salen mal. De vuelta en Noruega sus padres siguen empeñados en dirigir su vida. De hecho, conciertan para ella una boda con un canadiense de otra familia Pakistaní,

El qué dirán. Ese era el título original de esta película. Una expresión que aquí se entendería muy bien pero que alguien decidió sustituir por ese titulo que parece hablar de un viaje importante que, sin embargo, solo ocupa un tercio de la historia. De todas formas, si una película tiene problemas con la verosimilitud, es maniquea y refuerza prejuicios contra los inmigrantes, poner un viaje en su título o aludir a la presión del entorno acaba siendo indiferente. Más en la línea de la tópica y sobrevalorada Mustang de Deniz Gamze Ergüven que de la irónica y mucho más oportuna sobre estos temas La gran enfermedad del amor de Michael Showalter, El viaje de Nisha es una película más que prescindible. Innecesaria.

sábado, 18 de agosto de 2018

El rehén

de Brad Anderon. EE.UU., 2018. 109’.
18 de agosto de 2018. Cines Los Prados, Oviedo.

En los años setenta Mason Skiles era un diplomático americano que ejercía con habilidad sus dotes de mediador en Beirut. Allí era feliz con su mujer y con un niño palestino al que iban a adoptar. Pero todo cambió para él aquella noche terrible en que los israelíes quisieron llevarse al niño y en la refriega con un comando palestino murió su mujer. Diez años después la CIA le obliga a volver a Beirut para mediar con los secuestradores palestinos de un importante responsable americano que era amigo suyo de aquel tiempo. El niño que se llevaron aquella noche es ahora el joven con el que tiene que negociar.

Bien ambientada en sus dos épocas y con una fotografía muy cuidada, la película de Brad Anderson se sigue con mucho interés tanto por la trama que la enmarca en aquellos terribles años en Beirut como por la interesante historia personal de este negociador nato que es el verdadero protagonista de la historia. De hecho, su amigo el rehén es casi un secundario que guarda cierto paralelismo con ese otro colaborador con el que ahora media en pequeños conflictos locales en su país. Así que no se entiende esa costumbre de los distribuidores españoles de empeorar los títulos originales de las películas. Beirut era el título perfecto pero, si se trataba de personalizar la historia, El negociador o El mediador tenían mucho más sentido que El rehén. De cualquier forma, la llamen como la llamen, la película de Brad Anderson merece la pena.

lunes, 13 de agosto de 2018

Buenos vecinos

de Hafsteinn Gunnar Sigurðsson. Islandia, 2017. 89.
13 de agosto de 2018. Cines Van Dyck, Salamanca.

La mujer encuentra una noche al marido viendo un video sexual que grabó con una antigua novia antes de conocerla. Ella le echa de casa y le prohíbe que vea a su pequeña hija. Esos no serán los únicos problemas para él. Sus padres se llevan muy mal con los vecinos de su vivienda adosada. Primero por la sombra de un árbol, luego por la desaparición de una gata y finalmente por lo que le pasa a un perro. Así que las cosas terminarán muy mal. Sobre todo para él y para los otros dos hombres de este conflicto mayormente femenino.

Hafsteinn Gunnar Sigurðsson parece empeñado en refutar las tesis de John Carlin. En sus Crónicas de Islandia el genial periodista que se declara enamorado de aquel país sostiene que los islandeses son un modelo de promiscuidad tolerante, de buena vecindad y de convivencia perfecta en esas modélicas familias desestructuradas que parecen ser tan frecuentes allí. Buenos vecinos es casi el negativo de todo eso. Con un tono áspero en el que hay ironías pero también conflictos tremendos, que por momentos recuerdan al de la magnífica Custodia compartida de Xavier Legrand (aunque aquí las culpas son muy diferentes), Buenos vecinos es una prueba más de que un país tan pequeño como Islandia es casi garantía de buen cine. Así que algo de razón tiene que tener John Carlin para que allí se hagan películas tan interesantes. Aunque esta no sea nada complaciente con la convivencia vecinal en Reikiavik.

miércoles, 8 de agosto de 2018

Solo

de Hugo Stuven. España, 2018. 92’.
8 de agosto de 2018. Cines Los Prados, Oviedo.

Tras una noche con amigos en Fuerteventura, un joven surfista va con su tabla a una zona solitaria y cae por un acantilado. Se ha roto la cadera y tiene un corte importante en una mano, así que pasará dos días temiendo por su vida en una cala inaccesible antes de que lo rescaten en el mar. La soledad involuntaria de esas horas se mezcla con alucinaciones y evocaciones emocionadas de su vida.

Las impresionantes imágenes de Fuerteventura y los avatares de este hombre solo en medio de las rocas, la arena y el mar son lo mejor de una historia que recuerda a la impresionante 127 horas. Pero frente a la película de Danny Boyle, Solo tiene la ventaja de unos entornos espectaculares que animarán a quienes no hayan estado nunca en la costa occidental de Fuerteventura a querer conocer cuanto antes su sobrecogedora belleza. Hugo Stuven tiene el acierto de contar esta historia real sin combinar el sufrimiento del protagonista con las labores de búsqueda. Sin embargo, la relación con su novia (interpretada por Aura Garrido, una actriz que me encantó en Stockholm y en La Reconquista) y el postureo de esta bonita pareja en crisis (sobre todo él: su postureo y su crisis) no me parecen el mejor contrapunto para una historia que tiene el mayor interés cuando nos muestra el drama de un hombre solo a merced del mar.