lunes, 10 de febrero de 2025

Cleo de 5 a 7

de Agnès Varda. Francia, 1962. 90’.
10 de febrero de 2025. Cines Embajadores-Foncalada, Oviedo. V.O.S.

Cleo espera con preocupación los resultados de unos análisis. Las cartas del tarot le han anunciado los peores pronósticos, así que en las dos horas siguientes anda por París con mucha preocupación. Antes de ir al hospital para conocer los resultados de las pruebas, encuentra en un parque a un joven soldado que esa noche tiene que partir hacia Argelia. 
 
El pasado diciembre vimos dos magníficas exposiciones en Barcelona. Una sobre Berlanga en el Caixaforum y otra sobre Agnès Varda en el CCCB. Allí estaba la escena en que Cleo deambula por la cafetería y nos quedamos con muchas ganas de ver la película completa. Así que ha sido muy grato que la primera del ciclo de Mujeres tras la cámara que organizan los cines Embajadores-Foncalada en colaboración con CIMA sea precisamente esta. Cleo de 5 a 7 es una joya en la que Agnès Varda consigue entreverar un documental naturalista sobre la vida cotidiana en las calles del París de 1962 con un retrato intimista de dos horas cruciales en la vida de una mujer. Las imágenes, las palabras y los movimientos fluyen con una belleza que es a la vez liviana y profunda, desde el plano cenital en color de las cartas del tarot que hace de preámbulo de la historia, hasta cada uno de los lapsos temporales en blanco y negro con que Agnès Varda va marcando este periplo femenino por diversos medios (también en un taxi conducido por una mujer que bien podría ser ella misma). Son dos horas de un interludio  que anuncia la intensidad del verano inminente, pero que para Cleo es un tiempo liminar que podría preceder al de su final. Seguramente Rohmer y Linklater habrán aprendido mucho de una película que se consideraría cimera en la historia del cine si quien la dirigió no hubiera sido una mujer. La presentación de la película y la conducción del interesante coloquio corrió a cargo de Alicia Moncholí y quedó claro que Cleo de 5 a 7 nos ha fascinado por el fluir de sus imágenes y por la sutil maestría con que se van trenzando los detalles de esas dos horas en la vida de una mujer.