de Nadav Lapid. Israel, 2025. 149’.
31 de octubre de 2025. Teatro Carrión, 70º Semana Internacional de Cine
de Valladolid (Sección Oficial). V.O.S.
Él compone y ella baila. Son una pareja feliz que disfruta de la vida en Tel Aviv. El 8 de octubre de 2023 tienen un hijo y todo cambia. Sobre todo cuando a él le encargan poner música a un famoso poema clásico de Haim Gouri cuya letra han convertido en arenga vomitiva para alentar el salvajismo de los soldados israelíes.
Ya en Sinónimos se notaba que Lapid siente vergüenza por ser israelí. Aquí lo expresa con euforia en una película frenética que sería psicodélica si no fuera por el tema que trata. Quizá sorprenda tanta música, tanto baile y tanto frenesí en el montaje para criticar las acciones de su país, pero cada cual reacciona como puede y Nadav Lapid lo ha hecho así. Lo peor, en todo caso, no ha estado en la pantalla sino en las calles cercanas que habían sido tomadas por varias decenas de policías ante la convocatoria de una protesta por la proyección de esta película (sin reparar quizá en que se trataba precisamente de una obra crítica con Israel). La protesta fue moderada en el número de participantes y en las formas. Y eso contrastaba aún más con el impertinente despliegue policial. Al terminar la película anterior ya había policías armados dentro del teatro Carrión y al salir vimos muchísimos más por toda la zona. Quien haya decidido algo así o tiene muy mala intención o ignora algo tan obvio como que el cine y las respuestas ciudadanas ante el genocidio de Israel son mucho más importantes y civilizadas que lo pasa en los partidos de fútbol. A todos nos toca pagar a los policías que controlan cada semana a las masas futboleras, pero el absurdo despliegue de hoy ante un evento cultural resulta ofensivo y debería dar vergüenza a quien lo haya ordenado.
