6 de diciembre de 2013. Cines Alexandra, Barcelona.
Por la estación de Canfranc pasaba el oro que los nazis llevaron a Sudamérica a través España y Portugal. Y también informaciones que serían muy útiles para su derrota. Un grupo de aragoneses, vascos y franceses arriesgaron sus vidas para que esos informes llegaran a los aliados.
Sentí no poder ver este documental en el festival de Gijón. Así que me ha alegrado encontrármelo ahora en Barcelona. Su valor cinematográfico es limitado (solo los dibujos de algunos personajes y situaciones lo distinguen de un documental televisivo), aunque su propósito es más bien ser testimonio y reivindicación de las gestas de unas personas que vivieron en el anónimato durante décadas. La aparición en 2001 en la estación de Canfranc de algunos documentos reveladores sobre la importancia histórica de este paso fronterizo fue el detonante de una investigación que permitió dar con los hijos y los nietos de aquellos héroes (y con ellas mismas, en el caso de las niñas que también participaron). Eran personas corrientes que se arriesgaron a acabar en campos de concentración por colaborar en la lucha contra el nazismo. Pero mientras los franceses tuvieron el reconocimiento que merecían al terminar la guerra, aquellos españoles fueron encarcelados por unas actividades que durante demasiado tiempo han permanecido en el olvido. Como la propia estación de Canfranc, un lugar bellísimo y también olvidado. Como nuestra memoria histórica, un territorio propicio para este cine comprometido.