4 de junio de 2015. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
En la ciudad sitiada de Homs una joven kurda graba imágenes del horror. Y las comparte con un director sirio que desde París va componiendo un testimonio fílmico estremecedor.
Los desastres de la guerra desde dentro. Igual que los vio Goya. Los suyos fueron los ojos de la guerra hace dos siglos en España. Como lo son ahora los de Fabio Bucciarelli y Manu Brabo en Siria. La magnífica exposición de los dos fotógrafos (aún se puede ver estos días en el foyer del auditorio) es el complemento perfecto de esta película en la que el naturalismo del horror casi parece abstracto y la relación entre los dos cineastas compone un impresionante poema cinematográfico. Hay imágenes filmadas por ella en Homs. Otras grabadas por personas anónimas que con sus móviles levantan acta del espanto. También hay videos obscenos hechos por las propias bestias mientras torturan, matan y disfrutan causando dolor. Son mil y una imágenes de una pesadilla en la que emociona ver a ese niño que busca flores en medio de las ruinas. En la presentación de la película un representante de Amnistía Internacional nos recordó que más de once millones de sirios han tenido que huir de sus hogares. Y que según ACNUR casi cuatrocientos mil de ellos necesitan urgentemente refugio en otros países. En diciembre pasado el gobierno español anunció su disposición de acoger a ciento treinta. Así no es extraño que entre enero y abril de este año hayan muerto en el Mediterraneo mil setecientas personas. Y que más de setecientas se ahogaran en un solo barco cuyos restos nadie ha buscado. Hoy este lugar cumple fielmente su propósito. Niemeyer lo definió como "una plaza abierta a todos los hombres y mujeres del mundo, un lugar para la educación, la cultura y la paz”. Hoy el Centro Niemeyer es un lugar de Siria.