4 de septiembre de 2015. Cines Los Prados, Oviedo.
Josh y Cornelia son un matrimonio que cuarenta y tantos que no tiene hijos. Y, a la vista de los efectos en una pareja de amigos que acaban de ser padres, están muy satisfechos con su decisión. Josh lleva años trabajando en un documental que no consigue terminar. Un día conoce a Jamie y a Darby, una pareja de jóvenes veinteañeros que a Cornelia y a él les resultan fascinantes. El contacto con ellos cambiará su forma de verse en la vida. Pero lo que parece una colaboración del veterano con el neófito para ayudarle a preparar un documental en realidad será otra cosa.
"No es malvado, solo es joven". Se lo dice Josh a Cornelia al final de la película. Y junto con la cita inicial de Ibsen sobre el temor a los jóvenes queda claro que el contraste generacional es una de las claves de esta película admirablemente escrita y dirigida por Noah Baumbach. Otras claves están en el propio cine, sobre el que ironiza en torno a la importancia de la verdad en el proceso creativo. Y también en el vertigo que produce tomar conciencia, en el espejo de quienes tienen veinte años menos, de que uno está viviendo justo lo contrario de comerse el mundo. Es, en suma, una comedia sobre la tragedia de un hombre ridículo que confirma que Noah Baumbach es un digno heredero de Woody Allen en la capacidad de componer historias estupendas y genuinamiente neoyorquinas. Además de ese espacio urbano, Una historia de Brooklyn, Frances Ha y Mientras seamos jóvenes tienen en común una mirada penetrante sobre unos tiempos biográficos en los que no es difícil reconocerse.