de Sandra Wollner. Austria, 2020. 94’.
27 de marzo de 2021. Laboral Cinemateca, Gijón. V.O.S.
El título de la película es de Cioran y el tema va mucho más allá de los debates sobre los androides como competidores de las mascotas animales en el acompañamiento de los humanos. El ritmo moroso de la historia es solo apto para espectadores sosegados. Así que uno empieza planteándose si la historia pretende suscitar reflexiones sobre la pedofilia a partir de esta Lolita sintética para encontrar luego resonancias del debate sobre los sexos y los géneros con esa reconfiguración de la niña a una versión masculina. Sin embargo, la película va más allá de todo eso planteando ideas de más calado sobre la familia, los sentimientos, la memoria y la identidad. De hecho, Sandra Wollner retoma las reflexiones originales que Mary Shelley planteó con su moderno Prometeo. Con Frankenstein no estaba creando el hito seminal del imaginario sobre los robots y la inteligencia artificial, sino consideraciones mucho más relevantes acerca de la condición humana. Su mirada hacia lo humano estaba más emparentada con el emotivismo de Hume que con el racionalismo mecanicista de Descartes. Y es que quizá las utopías y distopías sobre nuestro futuro están demasiado centradas en la inteligencia artificial y la superinteligencia y no nos pararnos a pensar que lo más inquietante de lo que espera a los humanos no son los desafíos de la inteligencia artificial sino los de la sensibilidad y la moralidad artificial.