de Asghar Farhadi. Irán, 2021. 127’.
5 de abril de 2022. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.
Vemos la película en el día en que las cosas se han complicado mucho para Farhadi. Un tribunal iraní acaba de fallar a favor de la alumna que le acusó de plagio por esta película que está inspirada en hechos reales. Por eso uno duda de la acusación y de los motivos de los jueces para dañar a uno de los pocos directores iraníes con reconocimiento internacional que se habían librado de la persecución en su país. Lo que es indudable es que Farhadi sigue siendo fiel a su estilo. A esa habilidad suya para mostrar la complejidad humana con historias aparentemente sencillas, para desvelar los intrincados matices entre el bien y el mal, para enseñar que nada es tan simple como parece y que hasta el conflicto más sencillo puede complicarse lo indecible para cualquier persona. Una de las cualidades del cine de Farhadi es la elevada temperatura ética que caracteriza a sus historias sin que eso le lleve a la repetición o al amaneramiento. Por eso es impensable que la calidad de Un héroe pueda atribuirse al plagio. Los dilemas a los que se enfrenta este recluso amoroso muestran que algunas decisiones pueden considerarse banales cuando se toman y resultar terribles después, que a algunos les encanta (por ejemplo, al disfuncionario municipal) convertirse en jueces de otras vidas o que los efectos de los rumores pueden ser descomunales en comunidades mediatizadas. Y por si la deliciosa densidad ética de la película fuera poco regalo para el espectador, Farhadi la adereza con esa relación entre el padre y el hijo que evoluciona de forma tan hermosa, con esa historia de amor tan bien resumida en el extraordinario plano final de la entrada/salida de la cárcel o con esas escaleras por las que, al comienzo de la película, nuestro héroe trepa a la tumba de Jerjes o por las que baja de su casa la mujer que le espera sin perder nunca la esperanza.