de Aki Kaurismäki. Finlandia, 2002. 97’.
9 de junio de 2024. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
Un soldador que ha viajado en un tren en la noche se queda dormido en un banco y es asaltado por unos canallas que casi lo matan. A causa de los golpes pierde toda su memoria y ni siquiera recuerda su nombre. En arrabales portuarios encontrará cobijo y apoyo. Sobre todo, el de una mujer que trabaja en el Ejercito de Salvación.
La ternura del hieratismo compasivo. Podría ser un buen lema para el cine de Kaurismäki. Y esta película lo ejemplifica de manera impecable. Azares que cambian la vida, estoicismo no exento de ironía ácida. Humor que destensa y ayuda a mirar compasivamente a unos personajes que parecen de cuento filmado. Y, como siempre, una reivindicación del alcohol, el tabaco y la música. Y es que, según Kaurismäki, no cabe esperar ningún mal de quienes beben, fuman, cantan o escuchan. Y uno está por darle toda la razón. Al menos mientras ve sus hermosas y singulares películas.