6 de marzo de 2014. Cines Ocimax, Gijón.
En medio del Índico un contenedor a la deriva choca contra un velero en el que viaja un hombre solo. Sin posibilidad de pedir ayuda, en los días siguientes luchará por sobrevivir. Primero en el barco. Luego en el bote salvavidas.
En casi dos horas Robert Redford casi no pronuncia palabra. Ni falta que hace. Su magnífica interpretación muda de ese personaje tenaz consigue que interese todo lo que le pasa. Salvo en los breves planos en que se muestra su lancha desde perspectivas submarinas o cenitales, la cámara está siempre a su lado. Y uno no se cansa de mirarlo. Chandor había demostrado su habilidad como guionista y director en Margin Call (su magnífica ópera prima que nos presentó Kevin Spacey en aquel inolvidable preestreno en el Centro Niemeyer). Ahora confirma su buen pulso narrativo con esta historia solipsista que transcurre en medio de un océano en el que Robert Redford consigue que no nos sintamos perdidos. El actor y el director han arriesgado mucho con una película que, a priori, parecería muy exigente para el espectador. Pero consiguen llevarla a buen puerto. Por una vez me he alegrado de estar casi solo en la sala. Así he disfrutado más con la soledad oceánica de este gran actor.