21 de marzo de 2015. Cines Los Prados, Oviedo.
Abel tiene una flota de camiones que distribuyen combustible en Nueva York. Varios de ellos han sufrido asaltos y robos. Aunque es un empresario ambicioso, siempre ha querido escoger el camino más correcto. Por eso se niega a usar prácticas mafiosas y a dar armas a sus conductores. Sin embargo, el último asalto y las investigaciones de la fiscalía hacen que el banco le niegue un préstamo para comprar unas naves. Ya había entregado un importante depósito y solo tiene unos días para conseguir el dinero. Pero sigue empeñado en hacer siempre lo correcto.
Chandor situó en medio de una tempestad a aquel Noé solitario que encarnó Robert Redford en la magnífica Cuando todo está perdido. Y en el ojo del huracán financiero colocó a aquel Caín capitalista que Jeremy Irons hacía temible en la espléndida Margin Call. Ahora nos presenta a este Abel de la economía productiva en el peor momento y en el peor lugar: el turbulento Nueva York de 1981. Y vuelve a demostrar que es un director magnífico que sabe construir historias poderosas en las que no decae el interés ni un segundo. Después del Llewyn Davis de los hermanos Coen, Oscar Isaac vuelve a clavar un personaje singular que, como el propio Chandor en sus tres películas, reivindica los mejores valores en las peores circunstancias. Un tipo de cine que muchos ya han comparado con el de algunos grandes clásicos. Quizá Chandor se esté convirtiendo en uno de ellos.