12 de marzo de 2015. Centro Niemeyer, Avilés. V.O.S.
El Garrell es un niño grande que juega en el bosque. Allí ha creado y recreado tres veces un mundo de estanques, cabañas, laberintos y torres de madera. Un escenario perfecto para que su amigo Aleix filme sus correrías en películas caseras en las que interpreta a un Tarzán que retoza salvaje lejos del hombre civilizado.
El Garrell es Josep Pujiula, un hombre rústico que entiende la vida como un juego en el bosque. Y un artista espontáneo sobre el que Jordi Morató construye una extraordinaria película que aún sorprende más por ser su proyecto fin de grado. El Garrell hace arte con materiales efímeros de su entorno. Y Morató también. De hecho, buena parte de su documental está hecho con imágenes de las filmaciones en video en las que Garrell hacía tarzanadas en el bosque hace muchos años. La ingenuidad naíf de aquellas imágenes envejecidas recuerda a la de las propias películas en blanco y negro que inspiraron las correrías de este buen salvaje de la Garrotxa. Con un montaje magnífico de ese material alucinante y una voz en off que va componiendo una reivindicación perfecta de ese artista juguetón, Morató aporta un nuevo sentido al concepto de documental de creación. Sobre la marxa es una reivindicación de esas formas artísticas espontáneas e inesperadas, una reflexión antropológica de optimismo casi rousseauniano y un homenaje a la tenacidad humana y a la capacidad de jugar a cualquier edad. Y también un ejemplo del poder que tiene el cine para hacer perdurable lo efímero a partir de viejas imágenes que parecen compuestas con el hermoso orden de lo que se hace sobre la marcha.