13 de febrero de 2019. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas.
Miriam tiene un problema. Se acerca la fiesta de las quinceañeras y no sabe si debe invitar al chico que ha conocido por Internet. Él es negro y ella teme cómo podría ser recibido por su madre y sus amigas. Al final acaba invitándolo pero entonces es él quien tiene un problema: no sabía que Miriam también era negra.
El conflicto entre la sustancia primera y la sustancia segunda. Por muy pija que sea, una familia no rechaza a uno de sus miembros si ya tiene nombre propio. Ahí el individuo va antes que la especie (en este caso el color de la piel). Pero más allá de ese entorno próximo los prejuicios sí importan y un negro es antes que nada un negro. Incluso para los mismos negros que en esta historia no parecen darse cuenta de que lo son. Miriam Miente, además de plantear muy bien un punto de vista poco frecuentado sobre la discriminación racial, tiene la virtud de colocar a la cámara en medio de la vida cotidiana de unas adolescentes mostrándonos también la manera de vivir de la gente bien dominicana (y de la que aspira a serlo). En este sentido, además del seguimiento cercano del personaje central, la aproximación de Natalia Cabral y Oriol Estrada aporta una mirada sutil y productiva sobre las clases acomodadas de su país. De hecho, aunque Miriam mienta (o más bien oculte), su película nos muestra muy bien la verdad de su entorno.