8 de abril de 2020. DVD, Avilés.
Victoria es una española que vive sola en Berlín. A la salida de una discoteca se va liando con cuatro jóvenes alemanes con los que primero se lo pasa muy bien y luego acaba metida en problemas. Uno de ellos le debe un favor a un capo que conoció en la cárcel y ahora le obliga a que atraque un banco con sus colegas. Y que lo hagan ya mismo, al amanecer. Y Victoria irá con ellos.
Dos horas y pico en un solo plano por el centro de Berlín. Desde las cuatro de la mañana hasta el amanecer. Lo que se cuenta es tan interesante que uno acaba por no reparar en que no hay montaje, que todo es uno único plano-secuencia en el que acompañamos a Victoria y sus amigos en esta noche variadísima y tremenda. Maia Costa se sale en el papel protagonista de una historia en la que, aunque conocemos muy poco de su personaje, entendemos cuáles pueden ser sus motivos para esta deriva nocturna que parece abocada al naufragio. El triste olor de la carne, de Cristóbal Arteaga Rozas, o Birdman, del gran Alejandro González Iñárritu, son, con Victoria, muy buenos ejemplos de lo que se puede hacer con una cámara que acompaña de forma continua a un personaje en situaciones extremas en las que uno no quiere dejarle. Las tres películas tienen mucha intención, guiones impecables y asumen riesgos máximos. Hay mucho de teatro inmersivo en este tipo de cine fascinante. Y eso es un gran elogio. Hacía bastante tiempo que me había comprado el DVD de esta película que no se ha podido ver en las salas asturianas. Ahora he encontrado la ocasión para verla (qué remedio) y cinco años después de estrenada no puedo entender a este mundo cultural que sobrevalora y premia Parásitos y no sabe reconocer o ignora la gran calidad de esta Victoria.