jueves, 3 de septiembre de 2020

Tenet

de Christopher Nolan. EE.UU., 2020. 150.
3 de septiembre de 2020. Cines Parqueastur, Corvera.

Un agente de inteligencia tendrá un encargo del que tiene información incompleta. Se trata de enfrentarse a los tratos que ha hecho un traficante de armas con  los socios más peligrosos. No se trata de la mafia rusa ni de terroristas internacionales. Se trata de quienes ya le han facilitado tecnologías y armas sorprendentes que producen la inversión temporal. Si ese hombre malvado consigue sus propósitos el encargo que le llega del futuro acabará con el mundo.

En Dunkerque la inmersión en las escenas bélicas era radical y el equilibrio con las intenciones del relato era muy correcto. Algo que también conseguía Christopher Nolan en otra película igualmente espectacular pero conceptualmente más ambiciosa como era Interstellar.  Lo mismo sucedía en Origen, cuyos encabalgamientos oníricos eran visualmente magnéticos sin ser demasiado exigentes. En lo que ofrece de espectáculo no hay nada que reprocharle en este Tenet palindrómico que nos habla (y nos muestra) pinzas temporales más complejas que los ya clásicos viajes en el tiempo. Como el cine es precisamente el arte cuya materia es el tiempo, se agradece que Nolan haya jugado con esa idea a través de la narración (y casi el montaje) invirtiendo escenas con estrategias que dan mucho que pensar y cuya comprensión requeriría algo más que las referencias nominales y puntuales a la entropía y a la física de partículas. El espectáculo se disfruta pero el espectador, igual que los personajes, está acostumbrado (también en el sentido de Hume) a la prioridad temporal de la causa sobre el efecto, así que, además de invertir el tiempo, convendría dedicarlo no solo a lo exhibición de lo trepidante, sino también a la explicación de la urdimbre conceptual de esas pinzas temporales. Y es que cuando se tratan conceptos mayores de la física (o la metafísica) conviene manejarlos con ese sutil equilibrio entre el disfrute visual y el intelectual. Un ejemplo de cómo hacerlo: La llegada de Denis Villeneuve.