de Pablo Larraín. Chile, 2008. 98’.
7 de mayo de 2014. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas.
Una semana entre dos visitas a un plató de televisión. Seguimos todo el tiempo a este personaje áspero, casi carroñero, que roba a víctimas que acaban de ser robadas. Por el tema obsesivo podría recordar a El último Elvis de Armando Bo. Pero este Tony Manero amoral es mucho menos poético y mucho más ingrato. Los espacios en que se mueve son sórdidos y oscuros. Los tiempos en que vive son desoladores. La cámara lo sigue con movimientos toscos, como los de sus patéticos bailes y crímenes. Es una película dura, triste y exigente que poco tiene que ver con No, el reciente regreso de Larraín a los tiempos de la dictadura para contarnos, con mucha más alegría e ironía, su final.
7 de mayo de 2014. Centro Cultural Valey, Piedras Blancas.
A sus cincuenta y dos años Raúl quiere ser Tony Manero en el Chile de Pinochet. Aprende sus gestos viendo Fiebre del sábado noche. Ensaya sus bailes en un tugurio cutre. Y se prepara para ganar un concurso. Mientras tanto roba y mata sin compasión.
Una semana entre dos visitas a un plató de televisión. Seguimos todo el tiempo a este personaje áspero, casi carroñero, que roba a víctimas que acaban de ser robadas. Por el tema obsesivo podría recordar a El último Elvis de Armando Bo. Pero este Tony Manero amoral es mucho menos poético y mucho más ingrato. Los espacios en que se mueve son sórdidos y oscuros. Los tiempos en que vive son desoladores. La cámara lo sigue con movimientos toscos, como los de sus patéticos bailes y crímenes. Es una película dura, triste y exigente que poco tiene que ver con No, el reciente regreso de Larraín a los tiempos de la dictadura para contarnos, con mucha más alegría e ironía, su final.