19 de octubre de 2015. Teatro Palacio Valdés, Avilés. V.O.S.
Un trompetista blanco que toca como un negro. Un gángster al que le salva la vida. Una bella cantante que está en medio de los dos. Un bailarín negro con una novia casi blanca. Los hermanos del trompetista y del bailarín... Gentes del Cotton Club, un templo del jazz en el Harlem de los años veinte.
Diez años después del segundo Padrino Coppola vuelve a llevar al cine los entornos que frecuentaban los mafiosos neoyorquinos más clásicos. La música y el baile son tan importantes en esta película como las historias de pasiones y ambiciones que se van cruzando en el Cotton Club. Volviendo a verla esta noche entiendo perfectamente el interés que nos llevó a perdernos por el Harlem una noche del verano del noventa y dos buscando el local que con ese nombre aún existía allí. Con esta proyección termina en el Palacio Valdés el ciclo Coppola Portátil que ha organizado la Fundación Princesa de Asturias con motivo del Premio de las Artes que recibirá el viernes en Oviedo. Tras la experiencia de hace dos años con Haneke y la de estos días con Coppola parece evidente que los premios a cineastas resultan de lo más lucidos para difundir la obra de los premiados. Por ello se me ocurre una idea que podría interesar a la Fundación. Además del de las artes cada año podría otorgarse un premio para el cine. Para no aumentar gastos podría sustituir, por ejemplo, al actual premio para el deporte. Y puestos a dar ideas se me ocurren dos nombres de directores españoles que merecerían ese premio y que lo prestigiarían mucho más que esos deportistas que ni siquiera vienen a recoger el suyo. Propongo a Víctor Erice y a Carlos Saura. Ya estoy imaginando los ciclos que podrían organizarse en los próximos años por estas fechas...