4 de enero de 2016. Cines Parqueastur, Corvera.
Jobs y su entorno. Siempre en momentos previos de grandes presentaciones. La del Macintosh en 1984. La del NeXTcube en 1988 y la del iMac en 1998. Lo vemos con Joanna Hoffman, su fiel asistente y amiga. Con sus (ex)colaboradores. Y también con Lisa, la hija a la que no quiso reconocer.
Empezamos otro año de cine con este nuevo retrato de aquel visionario sobre el que Joshua Michael Stern hizo hace dos años otro bastante entretenido, pero más convencional. Y es que viendo la de Danny Boyle me he acordado de la primera película que vi el año pasado. Me refiero a Birdman, esa obra maestra de Alejandro González Iñárritu en la que también seguimos a un artista entre las bambalinas de un teatro enfrentándose sin red a retos profesionales cuyos motivos solo él entiende, confrontando con otros colegas a los que quiere superar y también hablando con una hija con la que tiene una relación culpable. El artista loco de Iñárritu sueña en Broadway con hacer algo efímero pero sublime. El de Boyle en la Costa Oeste está obsesionado con hacer tangible la perfección. Los dos son retratados en las periferas de los escenarios en los días o en los minutos previos a sus grandes actuaciones. Que este Steve Jobs, tan bien interpretado por Michael Fassbender (al que acabamos de ver haciendo un estupendo Macbeth) en compañía de Kate Winslet, me haya hecho pensar en aquel extraordinario Birdman me parece suficiente para considerar que no ha empezado nada mal este nuevo año en el cine.