16 de diciembre de 2018. Laboral Cinemateca, Gijón.
Tres prisioneros tupamaros durante la dictadura. Y doce años terribles en los que fueron sometidos a la máxima privación sensorial. Uno de ellos era Pepe Mujica.
La opresión en estado puro. La que fuera de campo se intuye que sufrió el pueblo uruguayo y la que sentimos desde el punto de vista de unos hombres a los que se quiso privar de cualquier punto de vista. Las imágenes y el montaje son agobiantemente hipnóticos y el sonido adquiere todo el relieve que seguramente debió tener para unos cautivos que tardaron mucho tiempo en volver a ver un cielo estrellado o un paisaje abierto. Álvaro Brechner consigue situarnos durante dos horas en ese tremendo lugar psicológico en el que estuvieron durante doce años aquellos tres hombres. No sé si con La noche de 12 años llegará a tener la fama que consiguió Alan Parker con El expreso de media noche, pero desde luego bien la merece. Y no solo por haber hecho una película singularmente intensa y especialmente útil en estos tiempos desmemoriados, sino porque ha sabido sacar lo mejor de un elenco magnífico. A los extraordinarios trabajos de Antonio de la Torre en el papel de Mujica y de Chino Darín y Alfonso Tort en el de sus compañeros de cautiverio, se une el de Soledad
Villamil en una escena magnífica que aporta algo de esperanza entre tanta barbarie. Y qué decir de Silvia Pérez Cruz que nos regala cuatro canciones extraordinarias (hace solo un par de semanas nos emocionaba con algunas de ellas en el memorable concierto que dio aquí con Marco Mezquida) y demuestra nuevamente que también sabe ser una actriz deliciosa. Así que La noche de 12 años es, por muchos motivos, una película sobresaliente.