22 de agosto de 2019. Cines Groucho, Santander.
Eva pasa en Madrid la primera quincena de agosto. Le han dejado un piso y disfruta de los días y las noches con la sensación de que todo empieza de nuevo. Así que entre verbenas y paseos conocerá a personas deliciosas y será feliz.
La busqueda de la felicidad. Ese es el libro de Stanley Cavell del que el amable dueño del piso le habla a esta Eva de treinta y tres años que no quiere redimir a nadie, tan solo estar divinamente y ser feliz en Madrid. Con un aire más rohmeriano que nunca (quizá por el protagonismo femenino como el de aquel Rayo verde también estival), Jonás Trueba combina un relato delicioso sobre la cotidianidad de una mujer joven con un magnífico homenaje (otro) al Madrid viejo y con la sutil reflexión generacional que viene caracterizando a su cine. Así que, aunque en La virgen de agosto incumple ese dogma suyo de no cortar las canciones y nos deja con las ganas de escuchar completa Todavía tengo tiempo, es una delicia contemplar esta magnífica película que bien podría haberse titulado como la canción de Soleá Morente.