de Elena Martín. España, 2023. 112’.
3 de octubre de 2023. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.
Conocí el trabajo de Elena Martín como actriz en Las amigas de Àgata y luego, como directora, en Julia Ist y ahora confirmo que es una de las grandes del cine español con esta maravilla para cuyo guion ha contado nada menos que con Clara Roquet (la directora de esa otra joya titulada Libertad). Esas buenas compañías también están en un elenco que ella misma encabeza y del que forman parte intérpretes tan magníficos como Oriol Pla, Àlex Brendemühl o Clara Segura. Creatura es una introspección sobre la intimidad que daría para muchos ensayos y mesas redondas en torno a la sexualidad femenina, las reacciones psicosomáticas y hasta las hermenéuticas psicoanalíticas. Pero creo que Elena Martín no nos propone nada de eso y ahí está la mayor virtud de su película. No quiere demostrarnos nada, solo nos lo muestra. No plantea ninguna tesis terminada. De hecho, lo que nos propone casi resulta refractario a la confirmación de cualquiera de las que queramos sostener sobre esta historia. Es la vida misma filmada con el naturalismo máximo de las palabras, los gestos y los recuerdos, con el mayor hiperrealismo en el retorno a los ambientes de una infancia vivida en los noventa y una adolescencia de los dos mil. Y todo ello en la primerísima persona de una feminidad singular que no se pretende ejemplar ni arquetípica. Solo real. Además de todo eso (que ya es excelso), Creatura es fascinante también por las periferias de la historia: ese mar ampurdanés, esa casa de la abuela y una familia buena que sabe bien cómo heredar. Y, sobre todo, por esas relaciones entre padres e hijos (y entre una hija y su padre) que Elena Martín (y Clara Roquet) nos presenta de forma tan respetuosa que consigue algo tan difícil como que podamos empatizar a la vez con la niña (o con la adolescente) y con los padres. Y que lo hagamos también en esos momentos de tensiones íntimas que Elena Martín retrata como nadie. Sé que resultará raro, pero además de parecerme una joya cinematográfica, en Creatura encuentro (seguramente sin que su directora lo pretenda) huellas del mejor escritor ruso sobre la vida familiar y del mejor escritor catalán sobre el paisaje. Es como si, un siglo después, ese Pla introspectivo de El cuaderno gris nos hablara siendo mujer (con todo lo que eso implica) y ese Chéjov, que muestra, pero nunca subraya, retratara a una familia del Ampurdán estival. Nada menos.