de Mstyslav Chernov. Ucrania, 2023. 95’.
29 de enero de 2024. Filmin. V.O.S.
¿Cuántas películas se habrán filmado sobre las hazañas bélicas perpetradas por las Fuerzas Armadas? Con seguridad, muchas más que las dedicadas a mostrar sus efectos en los inocentes. Esa joven que muere el día en que debería parir, ese bebé que nunca llegará a nacer, esos niños que pierden las piernas o la vida mientras juegan en el campo, esos médicos desesperados que piden al periodista que no deje de filmar, esos hombretones que, sin tiempo para llorar, llevan las bolsas con los muertos a la tumba gregaria que acaban de cavar. Eso es lo que vemos en 20 días en Mariúpol. Lo que pasó hace dos años en Ucrania. El mismo horror al que ahora mismo se vive (y se muere) en Gaza. El que retrataron con la misma fuerza otras películas sobre tragedias como las del Dombás (Klondike), Alepo (Para Sama), Ghouta (La cueva), Homs (Silvered water), o más lejos en el tiempo, Camboya (La imagen perdida), Indonesia (The act of killing), las ciudades alemanas (Sobre la historia natural de la destrucción) y tantas otras. Mañana es el día escolar por la paz. Yo comenzaré todas mis clases haciendo el oscuro y pidiendo silencio mientras en la pantalla se proyectan imágenes contra la guerra. Porque mañana no hay nada que celebrar. Tan solo recordar que la única guerra digna es la que libramos contra las guerras. Contra ese demonio milenario hecho de testosterona, armas y banderas.