de Antón Álvarez. España, 2024. 95’.
17 de noviembre de 2024. Cines Los Fresnos. 62º Festival de Cine de Gijón (sección: Crossroads).
La primera escena con la cámara acercándose a Antón Álvarez me parece perfecta. También son impagables esos momentos musicales, bien flamenquitos, con las gentes de Yerai Cortés armando el lío en una plaza, en el campo o en un tablao vacío. Pura delicia musical que me recuerda algunos hallazgos cinematográficos presentes en Tardes de Soledad de Albert Serra, esa joya que volveré a ver a continuación en el Jovellanos. En las dos hay un protagonismo inigualable del sonido y el movimiento de la cámara. La historia que Yerai Cortés siente que tiene que contar es conmovedora y no puede haber más verdad e intensidad en quienes la van desgranando. Me encanta su madre, tan intensa y reciamente vulnerable. Y también su padre, aparentemente tosco, pero tan lúcido: al principio, poniendo barreras éticas a lo que dirá sobre su exmujer y, al final, recomendándole su hijo (y proponiéndole a Antón) que C. Tangana tenga una pequeña intervención musical en un disco futuro. Él quizá no se da cuenta, pero fue precisamente eso lo que disparó el éxito del madrileño. Creo que en la sala había muchos más modernos que flamencos, pero pienso que estos quedarían tan encantados como yo con los momentos más gitanos de la película. Finalmente C. Tangana no pudo venir, pero estuvo bien representado por Cristina Trenas. Y luego, a salir corriendo hacia el coso del Jovellanos para ver a Albert Serra.