lunes, 11 de noviembre de 2024

Marco

de Aitor Arregi y Jon Garaño. España, 2024. 101.
11 de noviembre de 2024. Cines Parqueastur, Corvera.

Desde finales de los setenta Enric Marco decía que había estado prisionero en el campo de concentración de Flossenburg. Su relato era tan convincente que dio muchas charlas para el reconocimiento de los deportados españoles y llegó a presidir la asociación Amical Mauthausen de España. Hasta que en 2005 un historiador desveló que no había estado allí.

La tragedia de un hombre ridículo. El título de la película de Bertolucci también podría ser la de esta. Los directores de Handía y La trinchera infinita consiguen que vuelva a dar mucha tristeza aquella impostura que tanta vergüenza causó cuando fue descubierta. Hay algo que me provoca compasión en la agonía de esas vidas ejemplares que desde lo más alto caen en desgracia y uno casi les desea que por piedad se los trague la tierra (en la política actual hay ejemplos notorios). Por eso no siento la más mínima complicidad con las ironías y las risas de un Javier Cercas al que vemos en imágenes reales en aquel acto de presentación de su libro al que acudió e intervino aquel desventurado anciano. Pero entre las virtudes de esta película triste está la interpretación superlativa que, con la voz y con el gesto, hace el gran Eduard Fernández. Tras El 47, esa otra maravilla de Marcel Barrena que también ha protagonizado, creo que este año deberían darse al menos cinco Goyas a los intérpretes masculinos (dos para él, otro para Antonio de la Torre por Los destellos, de Pilar Palomero, y otros dos para José Sacristán y Mario Casas por Escape, de Rodrigo Cortés). Eduard Fernández mereció sobradamente el Max de este año por la obra Todas las canciones de amor, de Andrés Lima,  y la verdad es que encuentro ecos de aquella voz dubitativa y dulce de su madre en la forma en que ha conseguido que sienta compasión recordando con esta película la tragedia de aquel hombre ridículo.