de Rodrigo Cortés. España, 2024. 129’.
1 de noviembre de 2024. Cines Alkázar, Plasencia.
Mucho más que el contrapunto de la genial Buried. Así lo ha entendido Martin Scorsese que produce esta magistral película. Hay ecos de Luis Buñuel, de Jardiel Poncela, de José Luis Cuerda y hasta de Carlos Saura (espléndida esa jota onírica) en una película que es puro Rodrigo Cortés. Si el guion y el montaje lo son todo en el cine, aquí se demuestra el nivel de excelencia al que puede llegar un director que es un buen escritor y que concibe como nadie la puesta en escena, la composición de las imágenes y el papel de la música (magnífica la de Víctor Reyes). Escape tiene, además, un calado intencional extraordinario. Es nihilista, barroca, expresionista, estoica y poética. Una indagación sorprendente sobre la forma en que se entretejen los límites de la lógica y la locura. Una bomba de explosión controlada, y muy efectiva, contra el fideísmo judicial y el punitivismo carcelario. Un hombre que quiere renunciar al nombre y a la libertad puede convertirse en un agujero negro moral que imanta y cuestiona la normalidad del "es lo que hay". Porque repugna y atrae por igual. Porque desquicia a esos jueces engolados y entogados que creen ser los sumos sacerdotes de la justicia y el castigo. Así que Rodrigo Cortes consigue también fascinar y desquiciar a los espectadores biempensantes. Y para ello regala y obtiene lo mejor de este reparto de lujo que encabeza un Mario Casas en estado de gracia y en el que sobresalen Anna Castillo, José
Sacristán, Guillermo Toledo, Josep Maria Pou, Blanca Portillo, David Lorente y Juanjo Puigcorbé. Está claro que Martin Scorsese tiene buen ojo para apreciar lo mucho que vale este extraordinario director, español y salmantino, llamado Rodrigo Cortés.