7 de diciembre de 2012. Filmoteca de Cataluña, Barcelona.
Alejandro regresa a su hacienda después de un tormentoso pasado y se encuentra a su amada Catalina casada con Eduardo, un hombre al que desprecia. Para vengarse de ambos y darle celos a ella, se casa con Isabel, la hermana de él. Pero el amor brutal entre Alejandro y Catalina seguirá hasta la muerte y más allá.
Esta reinterpretación radical de Cumbres borrascosas debió ser para Buñuel una obra menor de su etapa mexicana. Aunque algunas imágenes y situaciones son fieles a su estilo (los cuervos de la primera escena, las mariposas torturadas, la araña y la mosca, la matanza del cerdo, el niño al que todos maltratan, el viejo y sus cruces...) la película se hace extraña por lo impostado de las interpretaciones. Y también por la sinceridad con que los personajes se dicen unos a otros lo que piensan. No hay separación entre los sentimientos y las palabras, no hay espacio para la hipocresía ni para la sutileza. El personaje dice directamente lo que el espectador habría pensado en cada momento del melodrama. La película puede ser tanto una caricatura (precursora) de las teleseries mexicanas como el experimento (casi surrealista) de llevar al límite aquella historia clásica. Ha sido una buena primera visita a la Filmoteca de Cataluña, que en febrero de este año ha estrenado sede en el Raval. Tiene dos salas de proyección acogedoras (Laya, para 180 espectadores, y Chomón, para 360), una sala de exposiciones, una biblioteca y una librería especializada, pequeña pero interesante, que, obviamente, lleva La Central. Volveremos.
Esta reinterpretación radical de Cumbres borrascosas debió ser para Buñuel una obra menor de su etapa mexicana. Aunque algunas imágenes y situaciones son fieles a su estilo (los cuervos de la primera escena, las mariposas torturadas, la araña y la mosca, la matanza del cerdo, el niño al que todos maltratan, el viejo y sus cruces...) la película se hace extraña por lo impostado de las interpretaciones. Y también por la sinceridad con que los personajes se dicen unos a otros lo que piensan. No hay separación entre los sentimientos y las palabras, no hay espacio para la hipocresía ni para la sutileza. El personaje dice directamente lo que el espectador habría pensado en cada momento del melodrama. La película puede ser tanto una caricatura (precursora) de las teleseries mexicanas como el experimento (casi surrealista) de llevar al límite aquella historia clásica. Ha sido una buena primera visita a la Filmoteca de Cataluña, que en febrero de este año ha estrenado sede en el Raval. Tiene dos salas de proyección acogedoras (Laya, para 180 espectadores, y Chomón, para 360), una sala de exposiciones, una biblioteca y una librería especializada, pequeña pero interesante, que, obviamente, lleva La Central. Volveremos.