6 de diciembre de 2012. Cines Verdi, Barcelona. V.O.S.
Un día de citas sucesivas en la vida de Óscar. O sucesivas vidas unidas por un nombre (Óscar) y un lugar (una limusina que recorre París). El protagonista se hace otro en cada cita (mendiga, ciborg, monstruo, asesino, padre de familia…), interpretando momentos de otras vidas que se suceden sin coherencia entre ellas. Ni casi en cada una de ellas. Caracterizaciones sorprendentes e imágenes casi oníricas se suman en una película en la que es difícil encontrar más argumento conductor que la propia limusina.
Plano inicial del público de un cine mirando una pantalla. Plano final de unas limusinas dialogando en un garaje. En medio las peripecias de Óscar, del que no sabemos quién es, ni siquiera si es un mismo ser. Por momentos quiere recordar a Un perro andaluz. Otras veces parece una delirante (nunca mejor dicho) reflexión sobre la identidad y las vidas posibles. Aunque quizá simplemente haya que tomarla como una sucesión de gestos, situaciones y encuentros, más en clave de performances con cierto interés visual que de elementos de una película convencional. Conectará con el espectador solo si el espectador se deja llevar por el mero fluir de las imágenes. No fue mi caso.
Plano inicial del público de un cine mirando una pantalla. Plano final de unas limusinas dialogando en un garaje. En medio las peripecias de Óscar, del que no sabemos quién es, ni siquiera si es un mismo ser. Por momentos quiere recordar a Un perro andaluz. Otras veces parece una delirante (nunca mejor dicho) reflexión sobre la identidad y las vidas posibles. Aunque quizá simplemente haya que tomarla como una sucesión de gestos, situaciones y encuentros, más en clave de performances con cierto interés visual que de elementos de una película convencional. Conectará con el espectador solo si el espectador se deja llevar por el mero fluir de las imágenes. No fue mi caso.