26 de marzo de 2013. Casa de la Cultura, Avilés. V.O.S.
En 1916, cuando Ramón era niño, su padre le hizo prometer que no se adentraría en el bosque en las noches en que aparece una extraña bola de luz. Veinte años después, casado y con una hija, no le queda más remedio que incumplir la promesa y desaparecer en esa luz. Pero Ramón promete volver.
Y lo hace. Por San Blas y por San Lorenzo aparecen las luces entre los árboles y Ramón puede regresar por unas horas de ese otro mundo en el que se esconde mientras dura la guerra. El bosque es la extraña historia de un maquis inverso, un agricultor de derechas que ha de ocultarse de los anarquistas de su pueblo en el Bajo Aragón. Unos pocos árboles insulares que el arado respeta son la entrada y la salida a ese otro mundo feliz en el que, según cuenta, le acoge en su casa el señor Besugo. Con un catalán de acento fronterizo y unos personajes que recuerdan la dureza de los de aquel magnífico Pan negro, esta historia sobre la retaguardia en la Guerra Civil no sería muy especial si no fuera por el contrapunto mágico de esas luces que anuncian otro mundo que parece perfecto. Pero al final de la historia el señor Besugo también tendrá que buscar refugio en casa de Ramón. Y es que hasta los mundos perfectos también sufren guerras.
Y lo hace. Por San Blas y por San Lorenzo aparecen las luces entre los árboles y Ramón puede regresar por unas horas de ese otro mundo en el que se esconde mientras dura la guerra. El bosque es la extraña historia de un maquis inverso, un agricultor de derechas que ha de ocultarse de los anarquistas de su pueblo en el Bajo Aragón. Unos pocos árboles insulares que el arado respeta son la entrada y la salida a ese otro mundo feliz en el que, según cuenta, le acoge en su casa el señor Besugo. Con un catalán de acento fronterizo y unos personajes que recuerdan la dureza de los de aquel magnífico Pan negro, esta historia sobre la retaguardia en la Guerra Civil no sería muy especial si no fuera por el contrapunto mágico de esas luces que anuncian otro mundo que parece perfecto. Pero al final de la historia el señor Besugo también tendrá que buscar refugio en casa de Ramón. Y es que hasta los mundos perfectos también sufren guerras.