23 de marzo de 2013. Cines Marta, Avilés.
Carolina Matilde, una culta y refinada princesa inglesa, se convierte en reina de Dinamarca al casarse en 1766 con Christian VII, un rey perturbado que está sometido a los manejos de sus consejeros. Hasta que conoce a Johann Friedrich Struensee, un médico alemán de ideas ilustradas que se convierte en su hombre fuerte y que acaba intimando con la reina. Las reformas progresistas que emprende Struensee se verán truncadas por una conspiración reaccionaria que le lleva a él al patíbulo y a la reina al exilio.
Como la Maria Antonieta de Sofía Coppola, esta es la historia de una princesa que abandona su país para ser reina en otro. En aquella esteticista película el contexto histórico y político del siglo XVIII era solo un trasfondo borroso. Pero en Un asunto real ese contexto es tan central como el triángulo afectivo compuesto por un rey desquiciado y desvalido, una reina lúcida y enamorada y un ilustrado que sabe amar a la reina y tutelar al rey. Lo mejor de esta película es su aleccionadora aproximación a aquel tiempo histórico en el que las ideas sobre lo que debería ser el futuro se enfrentaban con las fuerzas empeñadas en conservar los privilegios del pasado. Lo peor es que esta buena película parece describir también la verdadera naturaleza de muchas intrigas del presente (la que condenó a Garzón al ostracismo, la de quienes protegen a los corruptos y obedecen a una alemana nada ilustrada, o -más cerca de aquí- la de aquel gobierno canalla que se empeñó en destruir el Centro Niemeyer, la de quienes hoy acosan a la UTE y tantas otras más). Y es que esa pugna entre los esfuerzos de inspiración ilustrada por mejorar la realidad y los ataques de esos reaccionarios que disfrutan destruyendo lo logrado sigue siendo hoy un asunto real.
Como la Maria Antonieta de Sofía Coppola, esta es la historia de una princesa que abandona su país para ser reina en otro. En aquella esteticista película el contexto histórico y político del siglo XVIII era solo un trasfondo borroso. Pero en Un asunto real ese contexto es tan central como el triángulo afectivo compuesto por un rey desquiciado y desvalido, una reina lúcida y enamorada y un ilustrado que sabe amar a la reina y tutelar al rey. Lo mejor de esta película es su aleccionadora aproximación a aquel tiempo histórico en el que las ideas sobre lo que debería ser el futuro se enfrentaban con las fuerzas empeñadas en conservar los privilegios del pasado. Lo peor es que esta buena película parece describir también la verdadera naturaleza de muchas intrigas del presente (la que condenó a Garzón al ostracismo, la de quienes protegen a los corruptos y obedecen a una alemana nada ilustrada, o -más cerca de aquí- la de aquel gobierno canalla que se empeñó en destruir el Centro Niemeyer, la de quienes hoy acosan a la UTE y tantas otras más). Y es que esa pugna entre los esfuerzos de inspiración ilustrada por mejorar la realidad y los ataques de esos reaccionarios que disfrutan destruyendo lo logrado sigue siendo hoy un asunto real.